La depresión es una problemática que afecta a millones de personas en todo el mundo, incluidas niñas, niños y adolescentes (NNA).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada siete personas entre 10 y 19 años de edad padece trastornos mentales como ansiedad, depresión y trastornos del comportamiento. De la cifra total, uno de cada tres casos se manifiesta antes de los 14 años. Aunque los síntomas suelen presentarse generalmente desde los 9 o 10 años, también pueden aparecer en niñas y niños menores.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión en NNA?
Estos desórdenes afectan directamente el desarrollo de los menores y pueden manifestarse de diversas formas. De acuerdo con la doctora en Desarrollo del Potencial Humano y docente de la Universidad Autónoma de Querétaro, Angélica Aguado Hernández, los síntomas más comunes son:
¿Qué factores propician esta enfermedad?
Entre los factores que pueden propiciar esta enfermedad se encuentran los cambios hormonales y físicos propios de la pubertad; situaciones familiares como separación, conflictos o pérdida del empleo de los padres; así como la presión social vinculada a estándares de vida o belleza en redes sociales, exclusión o experiencias generadoras de estrés excesivo.
La importancia de atender y entender las señales
Cuando estos síntomas no se atienden oportunamente, los menores pueden optar por realizar acciones autodestructivas.
"Evidentemente la consecuencia más grave es que el niño, las infancias o las adolescencias optaran por quitarse la vida. Otras consecuencias pueden ser las autolesiones, el realizar actividades riesgosas que también los ponen en mucho peligro, y el aislamiento social puede llevar a una toma de decisiones no precisamente acertadas, funcionales o benéficas para la vida", comentó Ángélica.
Comunicación y educación emocional, acciones primordiales
Uno de los primeros pasos para atender estos padecimientos es fomentar la comunicación entre padres, madres o cuidadores cercanos al menor.
"Yo lo que le sugiero a los adultos que conviven con infancia y adolescencias es que hablen con ellos, con ellas. Que pregunten cómo se sienten, que pregunten si hay algo que les preocupa. Podemos empezar la comunicación diciendo ?últimamente te he visto, te he percibido, te he sentido de tal o cual manera, y quisiera preguntarte si algo está pasando, si hay algo que te preocupa, si hay algo que te lastima, ¿qué está pasando?", recomendó.
Además del diálogo, es fundamental fomentar la educación emocional desde edades tempranas, para que niñas, niños y adolescentes puedan expresar sus emociones sin temor a ser juzgados.
"Cuando hablamos de educados emocionalmente nos estamos refiriendo a que las infancias y las adolescencias hayan estado expuestas a una buena gestión emocional, es decir, que hayan tenido autoconciencia acerca de qué es lo que sienten, que hayan sentido la confianza de expresar lo que sienten, que hayan tenido vínculos lo suficientemente cercanos, honestos y sostenedores para que en esa escucha hayan recibido no solamente orientación, sino que también hayan vivido la experiencia de ser comprendidos (...) Yo siempre he dicho que un buen abrazo ayuda muchísimo más que un discurso de dos horas", enfatizó.
Escencial atender enfermedad con profesionales
Finalmente, es importante recordar que la información aquí presentada sirve como guía para detectar señales de alerta, pero el diagnóstico profesional debe ser realizado por especialistas en salud mental.
"Si están preocupados por conductas en sus hijos e hijas e hijes pues que acudan con un profesional, los profesionales en psicología estamos para eso justamente (...). Desgraciadamente en nuestro país han surgido muchísimas aparentes alternativas sobre el abordaje de las cuestiones emocionales cuando no se es un psicólogo o psicóloga titulado y con cédula profesional para ejercer en este país (...). Que esa ayuda provenga de un profesional de la psicología, hay que tener mucho cuidado con eso", finalizó Aguado Hernández.