En las calles de esta ciudad fronteriza, hay un rostro que muchos niños, niñas y madres de familia reconocen con una mezcla de alegría y esperanza.
Su nombre es Filiberto Pérez mejor conocido como Lolhito Altamirano, nacido en San Luis Río Colorado un 22 de agosto de 1982 quien desde hace 25 años ha dedicado su vida al altruismo, llevando alimentos, juguetes, zapatos e incluso apoyo emocional a las familias más necesitadas.
"Soy una persona intermediaria para llevar los artículos en donación a las personas que lo necesitan"... "Yo empecé a los 17 años porque me motivaron mucho mis padres"... "Ellos hacían comida afuera"... "pasaba una persona y mis papás no la conocían y le llamaban ¡ey! vente a comer".
La historia de Lolhito no es la de una organización ni de grandes campañas publicitarias; es la de un ciudadano común que decidió no quedarse de brazos cruzados ante la desigualdad que lo rodeaba.
"Es algo que no tienes idea que tan necesidad, que tan triste está la situación y que muchas veces yo me pongo a pensar que la gente me critica y la gente me tira hate, pero no se han dado cuenta del trabajo que yo he hecho".
Desde entonces, recorre colonias apoyado por los mismos sanluisinos Lolhito consigue su objetivo principal, llevar ayuda.
"Aquí lo mio es social y es particular, aquí puede venir conmigo, a lo mejor una persona civil, alguna iglesia, algún político o lo que sea, pero a ayudarme, para ayudar a la gente"... "A todas las personas que quieran aportar pueden comunicarse al 6531280439".
Con el paso del tiempo, muchas familias comenzaron a esperarlo como si fuera una visita esperada de un pariente lejano donde algunos niños incluso llegaron a confundirlo con Santa Claus.
"Hubo un momento que yo estaba entregando despensas y llegué con una persona y le dije señora traigo una despensa y le grité y salió el niño corriendo y me miró y se regresó y le dijo mamá llegó Santa Claus"... "Y el niño voltea arriba y mira la bolsa y le dice, mamá, ahora sí vamos a comer".
Pero no todo ha sido fácil en este camino, en su andar ha visto historias desgarradoras:
"Habían unos corralitos donde habían cerditos"... "Los patrones que tenían esos cerditos le llevaban la comida a los cerditos, pero a un costado estaban dos personas de la tercera edad"... "La señora con lágrimas en los ojos me dijo"... "Nosotros cuando comemos para estar bien mi viejito se brinca acá enseguida, agarra los tomatitos que traen a los puerquitos le cortamos lo que está mal, se los damos y lo otro nos lo quedamos nosotros".
A pesar de las dificultades, él continúa.
"Una vez publiqué en las redes sociales, cuando una persona me dijo que yo no iba a ser nadie ni aun ayudando a las personas ni aún ayudando a los niños, sí me lo han dicho, pero créeme que no me ha importado".
Lolhito ha tocado tantas puertas como corazones, aunque su labor no siempre ha sido reconocida oficialmente, su nombre es mencionado con cariño en los hogares que ha visitado.
"Si la gente no agradece o sí agradece aquí lo importante es la satisfacción que uno siente ¿no?, o sea, ustedes háganlo la verdad que es algo muy bonito, San Luis ocupa mucha ayuda de nosotros mismos, de toda la gente".
Para él, su mayor recompensa es ver a un niño sonreír o a una madre llorar de alivio al recibir un poco de ayuda y a su familia que es su mejor equipo, respaldando todo lo que hace para llevar el bien.
"Mi familia, créeme, mi pareja me lo han dicho que sí están bien contentos por esto".
Con humildad, insiste en que no busca fama ni aplausos; un verdadero ejemplo de que el corazón, cuando es generoso, no conoce límites.
"Yo lo que hago, lo hago con todo el cariño del mundo y con el corazón en la mano, ¿por qué? porque siempre supe lo que es no tener y por eso lo hago".