Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Salamanca ocupa el tercer lugar entre las ciudades con el aire más contaminado de México, debido a elevados niveles de Dióxido de Azufre (SO?) y partículas PM10, que en repetidas ocasiones superan los límites permisibles.
En Salamanca son frecuentes las alertas ambientales y precontingencias por mala calidad del aire. Los efectos sobre la salud son cada vez más evidentes: problemas respiratorios, enfermedades cardiovasculares, irritación en ojos y garganta, algunos tipo de cáncer entre otros, afectan especialmente a niños, adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes.
Además del aire, la contaminación del agua es otro tema crítico. Vecinos de comunidades han denunciado la posible contaminación de pozos, lo que podría indicar presencia de metales pesados en el agua potable.
Más de 7,200 toneladas de residuos se recolectan por mes, y otro tanto que no se cuantifica que es depositado en tiraderos clandestinos.
Faltan áreas verdes que no solo mitigan contaminantes, también aumentan la calidad de vida de los habitantes, con espacios de recreación y contacto con la naturaleza.
La falta de campañas de concientización, la escasa aplicación de sanciones por daños ambientales y la ausencia de participación ciudadana en la toma de decisiones reflejan un desinterés de los tres niveles de gobierno por atender la emergencia ambiental.