Jóvenes gastan miles en celulares, pero pocos invierten en su futuro

Para muchos jóvenes de hoy, la prioridad no es un ahorro, una inversión o un proyecto personal, sino el último modelo de teléfono celular, aun cuando esto implique gastar miles de pesos o endeudarse. La pregunta es inevitable: ¿por qué destinar tanto dinero a un dispositivo y no a construir un futuro más sólido?

Especialistas en consumo juvenil señalan que los teléfonos inteligentes ya no son vistos únicamente como herramientas de comunicación, sino como símbolos de estatus y pertenencia social. Tener el modelo más reciente es, en muchos casos, sinónimo de "estar al día", de pertenecer a un círculo y de proyectar una imagen exitosa.

Otro factor clave es la influencia de la publicidad y las redes sociales, que constantemente muestran estilos de vida aspiracionales, donde la tecnología de última generación se asocia con éxito, modernidad y felicidad. Esto genera presión en los jóvenes, quienes sienten que no tener el celular más nuevo equivale a quedarse atrás. Sin embargo, economistas advierten que esta tendencia tiene un costo. Mientras muchos destinan hasta 20 o 30 mil pesos en un teléfono, pocos piensan en ahorros, seguros, educación adicional o incluso en emprender un negocio. La inmediatez y la satisfacción instantánea que brinda un gadget supera, en la mayoría de los casos, la visión de un futuro a largo plazo.

El reto está en generar una cultura financiera entre los jóvenes, donde se equilibre el deseo de consumir tecnología con la importancia de invertir en lo que realmente puede transformar su vida. Tener un buen celular puede ser útil, pero aprender a usar ese mismo dinero en herramientas de educación, proyectos productivos o planes de ahorro podría significar una verdadera inversión para el mañana.

Al final, la pregunta no es si comprarse un teléfono es malo, sino: ¿qué pasaría si el mismo entusiasmo por estrenar un smartphone lo aplicáramos en estrenar un mejor futuro?