A una semana de la conmemoración del Día de los Fieles Difuntos, los panteones municipales lucen vacíos y silenciosos, contrastando de manera impactante con la multitud que los visitó los días 1 y 2 de noviembre para honrar a sus seres queridos. Mientras algunos mausoleos ostentosos y tumbas rebosantes de flores siguen siendo el centro de atención, una triste realidad se revela en las áreas más apartadas de estos camposantos: tumbas olvidadas cubiertas de hierba seca, floreros rotos, crucifijos oxidados y con telarañas, lápidas sin flores y descuidadas. Durante el Día de los Fieles Difuntos, miles de personas se congregaron en los panteones municipales para rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos, dejando flores, veladoras y oraciones en sus tumbas. Sin embargo, tras el paso de estos días de conmemoración, algunas tumbas no recibieron visita alguna, quedando sumidas en el olvido y el abandono. Los motivos detrás de esta situación son variados. Algunas de estas tumbas pertenecen a personas que no tienen familiares vivos o cuyos descendientes han perdido el contacto con la tradición de visitar a los difuntos. Otros casos involucran a personas que emigraron de la ciudad y dejaron atrás a sus seres queridos enterrados en estos panteones, haciendo que sea imposible continuar la tradición. También existen tumbas de individuos que no dejaron un legado duradero en la memoria de sus seres queridos, y con el tiempo, sus nombres y sus vidas se han desvanecido. El Día de los Fieles Difuntos es un recordatorio de la importancia de honrar a aquellos que han partido, recordar sus vidas y mantener viva la tradición de visitar sus tumbas. Estas tumbas olvidadas en los panteones municipales son un llamado a la reflexión sobre la necesidad de preservar la memoria de todos los difuntos, independientemente de las circunstancias de sus vidas o de su legado.