El consumo frecuente de refrescos no solo afecta la figura o los dientes: también puede poner en riesgo tu corazón. Diversos estudios médicos han demostrado que las bebidas azucaradas están directamente relacionadas con el aumento de la presión arterial, una condición silenciosa que puede derivar en enfermedades cardiovasculares graves.
La Organización Mundial de la Salud ha señalado que el exceso de azúcar (como el que contienen los refrescos) puede provocar retención de sodio y agua, lo que incrementa el volumen sanguíneo y, por ende, la presión arterial. En México, más del 30% de los adultos jóvenes presenta hipertensión sin saberlo, y el consumo elevado de refrescos es uno de los factores de riesgo, según datos de la ENSANUT.
Además, los refrescos light o sin azúcar tampoco son inocentes: investigaciones indican que también podrían alterar la presión por su contenido de sodio y aditivos artificiales.
Consumir más de una lata al día se asocia con mayor riesgo de hipertensión, infartos y accidentes cerebrovasculares. La recomendación médica es clara: reducir al mínimo el consumo de refrescos y optar por agua natural, infusiones sin azúcar o frutas ricas en agua.