La escalada de violencia en Guanajuato ha alcanzado un nivel de gravedad al extenderse hacia los cuerpos de emergencia, un sector históricamente dedicado a salvar vidas. Durante 2024, al menos ocho trabajadores de servicios de urgencias fueron asesinados en distintos puntos del estado.
Entre las víctimas se cuentan cuatro bomberos y cuatro paramédicos, quienes perdieron la vida mientras cumplían con su labor o incluso en momentos de descanso. Estos profesionales, que tradicionalmente han sido los primeros en responder ante accidentes, incendios o desastres naturales, se enfrentan ahora a un escenario de alto riesgo en su propia línea de trabajo.
La inseguridad, que durante años ha afectado a la población civil y a las fuerzas de seguridad, se ha extendido a quienes brindan asistencia humanitaria y médica en situaciones críticas. Algunos de los ataques registrados ocurrieron mientras los cuerpos de emergencia atendían incidentes, siendo emboscados o agredidos directamente en el lugar de los hechos.
En otros casos, las víctimas fueron asesinadas fuera de servicio, evidenciando una tendencia alarmante en la que ni siquiera su tiempo libre les garantiza seguridad.
Diversas organizaciones han exigido mayor protección y condiciones seguras para quienes, paradójicamente, se dedican a proteger y auxiliar a los demás.