Oaxaca enfrenta una crisis educativa que afecta a millones de personas. Según el estudio "Principales retos en el ejercicio del derecho a la educación 2024" del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la entidad ocupa el segundo lugar nacional en rezago educativo, con un 29.1% de su población afectada, muy por encima de la media nacional de 19.4%.
En comunidades indígenas de Oaxaca, la situación es aún más alarmante. Cuatro de cada diez niñas, niños y adolescentes no asisten a clases, principalmente debido a la precariedad de la infraestructura escolar. Solo el 8.8% de las primarias indígenas tienen acceso a internet para fines pedagógicos, y apenas el 2.1% cuentan con materiales adaptados para estudiantes con discapacidad.
El abandono escolar es otro desafío significativo. En el ciclo escolar 2023-2024, la tasa de deserción en Oaxaca fue del 9%, lo que representa una reducción de 1.6 puntos porcentuales en comparación con el periodo anterior. Sin embargo, este avance es insuficiente frente a la magnitud del problema. A nivel nacional, casi un millón de estudiantes abandonaron la escuela en el ciclo 2024-2025, siendo la educación media superior la más afectada, con una tasa de abandono del 30.9%.
Los factores que contribuyen al abandono escolar en Oaxaca son diversos. La pobreza, la lejanía de las comunidades y la falta de infraestructura adecuada son determinantes clave. Además, la brecha de escolaridad entre zonas rurales y urbanas es alarmante: la población rural tiene en promedio 2.8 años menos de escolaridad que la urbana, lo que reduce las posibilidades de acceso a la educación superior, misma que sigue siendo la gran olvidada en las comunidades.
Aunque la universidad puede abrir mejores oportunidades, los costos de traslado, hospedaje y manutención la hacen casi inaccesible para miles de jóvenes, en el estado las regiones de Valles Centrales y el Istmo de Tehuantepec concentran el 72% de la matrícula en educación superior limitando el acceso educativo superior a las zonas más vulnerables; el resultado es menor incorporación al sector productivo y la perpetuación del ciclo de pobreza.