En Juchitán de Zaragoza continúan con la celebración de la Semana Santa, esta vez con una de las tradiciones más entrañables, la visita al Panteón Miércoles Santos.
Desde muy temprana hora, cientos de familias arribaron al camposanto, ubicado en una de las secciones más emblemáticas de esta tierra zapoteca, la Octava Sección Cheguigo, para encontrarse, en espíritu, con sus fieles difuntos.
Los familiares, amigos o conocidos nunca llegan con las manos vacías. Casi todos llevan flores, cirios o veladoras, que colocan cuidadosamente sobre las tumbas de sus seres queridos. Puntuales a la cita, aquellos que tienen algún familiar sepultado ahí llegan con la nostalgia a flor de piel, melancólicos, dispuestos a rezar, cantar o simplemente llorar frente a la memoria del ser amado que ya no está.
Dentro del mismo panteón, la vida también se manifiesta: se venden antojitos, aguas frescas, regañadas, y los tradicionales tamales de iguana, ícono gastronómico de la región.
En cada rincón del panteón hay rezos y un impenetrable olor a incienso y flores que llena el aire. En algunas tumbas, los visitantes brindan con refrescos, aguas frescas o alguna bebida embriagante, mientras el recuerdo de los ausentes se transforma en conversación y canto.
En esta ocupación gracias al municipio de la heroica ciudad de Juchitán se instaló un módulo de atención médica para los que necesitaran algún tipo de servicio ya sea por la deshidratación, algún golpe de calor o algún daño menor