En las últimas semanas Oaxaca ha registrado un incremento de casos por virus Coxsackie que volvió a encender la vigilancia epidemiológica estatal: con corte al 18 de septiembre se reportaron 173 casos confirmados distribuidos principalmente en el Istmo (68), Valles Centrales (44), Mixteca (36), Sierra (19) y Tuxtepec (6). La mayoría son niñas y niños de 1 a 9 años, con 90 casos en varones y 83 en mujeres, según el balance que difundió la Secretaría de Salud estatal.
Lo que obligó a reforzar medidas en guarderías y escuelas para frenar la propagación por un patrón que refleja tanto la estacionalidad del virus como la transmisión en entornos con alta concentración infantil. Las autoridades han subrayado que la enfermedad suele ser autolimitada con erupciones en manos, pies y boca, fiebre, dolor de garganta y pérdida de apetito; pero que requiere atención para evitar deshidratación y complicaciones en lactantes.
La explicación detrás del repunte es que el virus Coxsackie circula con mayor frecuencia en verano y principio de otoño, reapertura masiva de centros escolares y guarderías tras temporadas de baja actividad social, y transmisión fácil por secreciones, favorece brotes en grupos de contacto cercano.
El patrón de 2025 refleja un incremento frente a 2024, año en que se documentaron doce brotes con 63 casos, lo que sugiere una circulación viral más amplia y la necesidad de protocolos de detección temprana y reporte desde el primer nivel. En Oaxaca ya se han ejecutado clausuras temporales, desinfecciones y jornadas informativas incluida la capacitación a docentes para detectar signos tempranos y orientar a las familias.
Aunque la mayoría de los casos son leves y requieren tratamiento sintomático, la alta contagiosidad en entornos escolares provoca brotes que obligan a medidas como aislamiento domiciliario, refuerzo de higiene de manos y limpieza frecuente de áreas comunes. La dependencia insiste en que, pese al crecimiento de casos, no existe por ahora una alerta sanitaria de amplio alcance, pero pide mantener la vigilancia epidemiológica y fortalecer la atención primaria para que los brotes sean detectados y contenidos con rapidez.