En México hay al menos 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años que realizan algún trabajo; de ellos, más de 1.4 millones desempañan labores catalogadas como peligrosas o prohibidas, según los registros más recientes que parten de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) y su difusión en 2022-2025.
Oaxaca figura entre las entidades con mayores tasas señalando que 10.9% de su población infantil y adolescente desempeña labores catalogadas como de riesgo, un porcentaje que rebasa la media nacional y que se concentra principalmente en municipios rurales y zonas con altos niveles de marginación.
Esto implica que, aunque no exista un único conteo actualizado público que dé el número exacto por estado dentro de los 1.4 millones, la combinación de la proporción oaxaqueña y la magnitud estatal apunta a que miles de menores oaxaqueños están incluidos en esa cifra.
Las actividades de mayor riesgo son la agricultura y labores agroalimentarias; el trabajo doméstico prolongado; el comercio ambulante; la construcción; y la recolección o manejo de materiales. La ENTI registra jornadas largas, exposición a herramientas y sustancias peligrosas y ausencia de protección legal. Esas condiciones derivan en interrupciones escolares, bajo rendimiento o abandono: cerca del 30% de quienes trabajan no asisten a la escuela.
Para enfrentar esta realidad, el gobierno estatal ha implementado comisiones municipales, brigadas de inspección, convenios interinstitucionales y programas de apoyo y becas. Aun así, Oaxaca permanece en el cuarto lugar nacional en incidencia de trabajo infantil, reconoció la secretaria del Trabajo, Edith Santibáñez Bohórquez, quien señaló como focos rojos a Oaxaca de Juárez, Huatulco, Puerto Escondido y Tuxtepec, este último afectado por la demanda de mano de obra agrícola vinculada a los ingenios azucareros.
La funcionaria anticipó que será en una próxima reunión con el INEGI cuando se presenten cifras actualizadas para evaluar avances reales. Por ahora, el trabajo infantil permanece como uno de los desafíos más urgentes en la agenda laboral del estado y una deuda pendiente con la niñez oaxaqueña.