A una semana del 2 de noviembre, las familias en Tepic ajustan el gasto para sus ofrendas; las coronas artesanales se venden entre $250 y $350, mientras que la flor de cempasúchil cuesta de $15 a $20 por planta; según comerciantes, los hogares suelen llevar 10 a 15 plantas; para altares escolares, el consumo puede llegar a 100 flores.
La artesana Teresa Magaña Victorino detalla que producir cada corona requiere una inversión de $160 a $180 en insumos como papel crepé, alambre, silicón y resistol, por lo que el margen de ganancia es reducido. "Quisiera darlas un poquito más caras, pero no se deja la gente", comenta, este año, sin ayudantes, prevé colocar 30 a 35 coronas; en 2024, con apoyo de aprendices, fabricaron 150 piezas y repartieron ganancias.
El proceso es minucioso: primero se elaboran flores, pistilos y centros; luego se forran y enredan alambres, y finalmente se arma el armazón, el cual también realiza ella para montar la corona; señaló que el silicón acelera la entrega, aunque encarece el producto; con pegamento el costo baja, pero el secado retrasa la producción, sobre todo con humedad, hay coronas de 12?16 hojas y otras de 30, lo que incrementa materiales y tiempo.
La demanda de ambos productos repunta una semana antes del Día de Muertos, a inicios de octubre casi no hay ventas; cuando cuenta con apoyo, Magaña ofrece mayoreo a revendedores para abaratar costos y asegurar rotación; este año se concentrará en encargos confirmados para no inmovilizar capital.
Más allá del gasto, los arreglos y la cempasúchil sostienen la tradición, coronas de papel hechas a mano para los panteones y el característico naranja que ilumina los altares en escuelas y hogares, mientras que la temporada vuelve a poner en primer plano el oficio artesanal que mantiene viva la memoria de los difuntos.