La ludopatía, también conocida como adicción al juego o a las apuestas, se ha convertido en una preocupación creciente en Nayarit. Este trastorno, catalogado como una enfermedad mental, se manifiesta a través de un impulso incontrolable por apostar, aun cuando las consecuencias afectan la vida personal, familiar y económica del jugador.
"En ese caso de la ludopatía son las mujeres, mayores de edad, incluso con familia, casadas". -María Elena Pulido, directora del Centro Estatal de Rehabilitación de Adicciones MARAKAME Nayarit.
El impulso por apostar, explican especialistas, activa los mismos centros de recompensa del cerebro que las drogas, lo que genera una sensación de placer que lleva a repetir la conducta una y otra vez, hasta volverse adictiva.
Principales señales de alerta de un jugador compulsivo:
"Pues pierden todo, tenemos, nos llegó una persona con esa situación de ludopatía, es madre de familia, tiene sus dos hijos y ya los hijos los abandonaba para irse a jugar". -María Elena Pulido, directora del Centro Estatal de Rehabilitación de Adicciones MARAKAME Nayarit.
Además de los daños económicos, la ludopatía puede detonar otros trastornos mentales como la bipolaridad, y provocar conflictos en las relaciones de pareja, de amistad o familiares.
En Nayarit, los casos detectados de jugadores compulsivos se presentan principalmente entre personas de 20 a 47 años de edad.
"Empezó con las maquinitas dice y hoy no pone atención a nada más que estar en el juego, ya la estamos atendiendo y va a salir adelante". -María Elena Pulido, directora del Centro Estatal de Rehabilitación de Adicciones MARAKAME Nayarit.
Según un estudio reciente publicado por la Asociación SciELO de Apoyo a la Salud Mental, el 24.5% de la población mexicana de entre 12 y 65 años ha participado en juegos de azar al menos una vez en su vida. Los hombres registran una incidencia mucho mayor que las mujeres en casi todos los tipos de juego y en seis de los nueve síntomas de juego patológico.
El mismo estudio advierte que 3% de la población nacional cumple con los criterios clínicos de juego patológico, siendo los adolescentes el grupo más vulnerable.