Hace 25 años, México vivía un momento histórico: un nuevo partido llegaba al poder tras más de siete décadas del PRI
Había esperanza y expectativas de que la vida cotidiana mejorara para los jóvenes, que empezaban a forjar sus proyectos de vida y a buscar independencia económica.
En 2000, un joven de 25 años podía rentar un departamento pequeño, ahorrar para un coche usado y, con algo de suerte, comprarse su primera computadora. Estos bienes no solo representaban comodidad, sino también un símbolo de autonomía y progreso personal.
Hoy, con el mismo salario ajustado a la inflación, alcanzar esos mismos objetivos es mucho más complicado: el dinero rinde menos, los precios han cambiado y los hábitos de consumo se han transformado.

Esto plantea la pregunta inevitable: ¿qué ha cambiado en estas dos décadas y media para que hoy el tiempo de trabajo valga menos frente a los bienes básicos?
Contexto histórico y económico: México en 2000
A inicios del milenio, un trabajador en grandes ciudades ganaba aproximadamente 1,137 pesos al mes. Ajustado por inflación hasta 2025, esto equivale a unos 3,573 pesos.
La inflación acumulada desde 2000 hasta hoy ha sido del 214.25?% según el INEGI. En términos reales, esto significa que lo que entonces alcanzaba un salario mensual hoy costaría más de cuatro veces lo mismo.
Para alguien de 25 años en ese entonces, los bienes y comodidades accesibles reflejaban aspiraciones claras. Muchos de ellos han quedado obsoletos por los avances tecnológicos, mientras que otros han subido exponencialmente de precio. Veamos algunos ejemplos:

Tener estos bienes no solo significaba comodidad, también mostraba que estabas "saliendo adelante". En una época en la que apenas el 10?% de los hogares tenía internet, poseer una computadora era un verdadero símbolo de estatus
Lo que hoy cuesta el trabajo de ayer
Veinticinco años después, la situación ha cambiado de manera notable. Alcanzar los mismos bienes requiere más planificación, más horas de trabajo y, a veces, renunciar a otras metas.
El salario mínimo mensual en 2025 es de 8,364 pesos, lo que equivale a 34.85 pesos por hora si se trabaja ocho horas diarias. En 2000, esos mismos trabajadores ganaban 4.73 pesos por hora, que ajustados a valores actuales serían apenas 14.87 pesos por hora.
Para ponerlo en perspectiva, veamos cuánto tiempo debía trabajar un mexicano en 2000 y cuánto requiere en 2025 para adquirir los mismos bienes:
Renta de departamento pequeño (CDMX, 1 recámara + estudio)
Aunque la renta nominal aumentó considerablemente, la proporción de horas trabajadas respecto al salario ha disminuido gracias a la mayor productividad y el incremento de ingresos por hora. Sin embargo, pagar la renta sigue siendo un esfuerzo económico importante.
Auto tipo Chevy o Tsuru básico

Aunque el precio nominal subió, la proporción de horas necesarias para adquirir un vehículo ha disminuido notablemente. Aun así, sigue siendo una inversión significativa
Computadora de escritorio básica
Aquí se observa el impacto de la tecnología: lo que antes requería casi medio año de trabajo ahora se compra con menos de un mes de esfuerzo.
Mueblería básica para equipar un hogar
Los muebles y electrodomésticos, aunque más caros nominalmente, son más accesibles en términos de horas trabajadas, gracias al aumento de los salarios reales y la masificación de la producción.
Teléfono alámbrico de casa

Este ejemplo es extremo: algo que requería semanas de trabajo hoy se puede adquirir con apenas unas horas, mostrando cómo la tecnología ha reducido el costo relativo de muchos bienes cotidianos
Causas del cambio en el poder adquisitivo
En las últimas dos décadas, el salario real en México ha mostrado estancamiento, provocando una pérdida significativa del poder adquisitivo.
Mientras los sueldos no crecen al ritmo de la inflación, los precios de bienes esenciales como vivienda, educación y servicios suben constantemente, complicando que las familias adquieran propiedades o mantengan un hogar estable.
Esta presión económica se refleja en cómo las personas priorizan sus gastos, a menudo sacrificando ahorro o inversión en bienes duraderos. Al mismo tiempo, la vida cotidiana ha incorporado gastos que antes eran inexistentes: internet, telefonía móvil, streaming y aplicaciones se han vuelto indispensables, modificando la estructura del consumo.
El resultado es un cambio cultural profundo: hoy el gasto se orienta más hacia lo intangible y experiencial que hacia la adquisición de bienes duraderos.

Los jóvenes de 2025 destinan recursos a conectividad, entretenimiento y movilidad digital, mientras que hace 25 años invertían principalmente en propiedades y objetos físicos que duraban años
Más que precios, un cambio de modelo de vida
La comparación entre 2000 y 2025 muestra que no solo subieron los precios, sino que también cambió el modelo de vida. Lo que antes se alcanzaba con unas horas de trabajo, hoy requiere decisiones más complejas sobre prioridades y presupuestos.
La tecnología y la competencia han reducido el costo relativo de muchos bienes, pero la inflación y los nuevos gastos han transformado hábitos, expectativas y la manera en que las familias planean su economía.
En este escenario, el tiempo de trabajo sigue siendo un recurso limitado y valioso.

Más allá de las cifras, la reflexión es clara: el progreso no siempre se mide en bienes materiales, sino en cómo cada generación adapta su vida a nuevas condiciones económicas y sociales, redefiniendo lo que significa "salir adelante" en cada época