El acelerado crecimiento urbano en Bahía de Banderas, uno de los destinos turísticos más importantes de Nayarit, comienza a mostrar las consecuencias de un fenómeno global: la gentrificación, proceso en el cual sectores con mayor poder adquisitivo desplazan a las comunidades locales al apropiarse de zonas con alto valor ambiental, cultural o de ubicación estratégica.
"Sí tenemos ahí en riesgo por el uso excesivo de agua que hay para los servicios, cada hotel, cada empresa, cada desarrollo requieren de agua y el agua que tenemos es superficial, no es subterránea, la que nos da servicio es agua subterránea". -Julio Cesar Rivera, director del Centro Nayarita de Innovación y Transferencia de Tecnología (CENITT)
El especialista advirtió que, si no se regulan los desarrollos, los problemas en el abastecimiento de servicios básicos podrían afectar a los turistas y repercutir en la economía local.
"Ahí tenemos que estar muy alertas, en el ordenamiento territorial se marcaron por zonas; semáforo amarillo, verde y rojo, las zonas donde hay que preocuparnos por la falta de agua en los últimos años, Bahía es uno de esos". -Julio Cesar Rivera, director del Centro Nayarita de Innovación y Transferencia de Tecnología (CENITT)
Además del aumento en los costos de vivienda y suelo, la expansión urbana sin planeación está ejerciendo presión sobre la infraestructura, el saneamiento y la recolección de residuos, generando un riesgo ambiental y social que requiere atención inmediata.
"Lo que va a pasar es que van a ir teniendo problemas para el abastecimiento de los servicios básicos en varios años, el servicio va a decaer y eso implica una afectación al turista que viene, a lo que se recaba en la economía, imagínese usted un hotel de 5 estrellas haciendo fila para entrar a bañarte o al baño". -Julio Cesar Rivera, director del Centro Nayarita de Innovación y Transferencia de Tecnología (CENITT)
Bahía de Banderas enfrenta así el desafío de detener la urbanización desmedida y promover políticas de desarrollo sostenible que equilibren crecimiento económico y preservación de recursos naturales. La pregunta que queda abierta es: ¿cuánto estamos dispuestos a sacrificar en nombre del crecimiento?