A pesar del avance de la banca digital y los esfuerzos por fomentar la inclusión financiera, en México continúa viva una práctica heredada por generaciones, guardar el dinero en casa. Ya sea en un cajón, una caja fuerte o, como comúnmente se dice, bajo el colchón, miles de personas siguen prefiriendo esta forma de ahorro informal.
De acuerdo con la Condusef, aproximadamente el 64.8 por ciento de los mexicanos que ahorran lo hacen fuera del sistema bancario, principalmente resguardando su dinero en el hogar. Esta práctica es preferida por el 43.7% de la población adulta que ahorra.
Economistas expertos en la materia señalan que la persistencia del ahorro informal en México obedece, principalmente, a factores como, la desconfianza hacia los bancos, pues el 40 por ciento de los mexicanos no confía en las instituciones bancarias debido a experiencias negativas.
La limitada accesibilidad a servicios financieros, especialmente en zonas rurales; ya que en al menos 31 municipios del Estado de México, las personas deben caminar en promedio tres horas o más para llegar a una sucursal bancaria, según datos de la Plataforma para el Análisis Territorial de la Pobreza del CONEVAL. Y la escasa educación financiera, debido a que muchas personas desconocen los beneficios, protecciones y oportunidades que ofrecen los productos del sistema bancario formal.
Aunque el ahorro informal puede parecer más accesible o conveniente para algunas personas, también conlleva riesgos, como la falta de protección en caso de pérdida o robo, y la ausencia de rendimientos que podrían obtenerse a través de productos financieros formales.
Para fomentar una cultura de ahorro más segura y eficiente, es esencial promover la educación financiera y mejorar el acceso a servicios financieros formales en todo el país.