En la arena política mexicana, los programas sociales han adquirido un papel significativo, no solo en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, sino también en la captación de votos por parte de los partidos en el poder.
En la actualidad, México cuenta con al menos cinco programas sociales que benefician a aproximadamente el 75% de los hogares en el país. Estos programas abordan diversas necesidades, desde la educación y el empleo hasta el bienestar de los grupos vulnerables
En enero de este año, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que "ayudando a los pobres uno va a la segura", insinuando una estrategia política del gobierno para captar un mayor número de votantes a través de estos programas.
El asistencialismo se ha convertido en uno de los pilares dentro de las propuestas electorales de los candidatos a la presidencia en México, quienes buscan ganar la lealtad y simpatía de los votantes a través de la promesa de dádivas y programas sociales.
Esta estrategia ha demostrado ser efectiva en términos de captación de votos, especialmente entre aquellos que dependen en gran medida de estos programas para satisfacer sus necesidades básicas.
Un estudio realizado por la editorial Nexos, el cual ha revelado un marcado efecto electoral de los programas sociales entre los votantes con ingresos muy bajos, con una tendencia al voto de hasta un 68%.
La instrumentalización política de los programas sociales, ha generado un debate entre los expertos en política pública quienes critican el fomento a la dependencia del gobierno, desincentivando el voto consciente.
Esta estrategia política, aunque efectiva en las urnas, plantea desafíos y debates sobre la equidad, la transparencia y la ética en el ambiente electoral.