En el Valle Toluca se vive una paradoja ambiental, mientras las temperaturas aumentan por el efecto de las islas de calor urbano, cada lluvia intensa satura el drenaje y provoca inundaciones que afectan la vida diaria de la ciudad.
En este verano la temperatura ha oscilado entre los 20 y 23 grados centígrados, de modo que en un mismo día puede sentirse calor sofocante y, al poco tiempo, presentarse lluvias intensas.
Este contraste climático abre la discusión sobre la planeación urbana. La falta de áreas verdes, el crecimiento desordenado y la insuficiencia de infraestructura afectan viviendas y movilidad. Las obras actuales, construidas con concreto hidráulico y tuberías de PVC, buscan mitigar inundaciones, aunque a veces generan más aislamiento en las zonas intervenidas.
Las consecuencias son múltiples. En el caso de las viviendas, las inundaciones dañan estructuras, generando pérdidas económicas para las familias. La movilidad también se ve seriamente afectada: calles anegadas, tráfico detenido y transporte público interrumpido complican los traslados diarios de miles de personas. También hay un impacto en la salud, ya que el agua acumulada favorece enfermedades y el calor extremo eleva riesgos de golpes de calor y problemas respiratorios.
Aun con los esfuerzos de mantenimiento anunciados en agosto de 2025, cuando en Toluca se informó la limpieza de 300 kilómetros de drenajes y sistemas de alcantarillado, en Metepec 56 mil metros de drenaje y 8 mil metros de canales, en Lerma más de 40 mil kilómetros atendidos y en Zinacantepec un programa para desazolvar 30 mil metros las inundaciones persisten, dando cuenta de que las acciones correctivas resultan insuficientes frente a la magnitud del problema.
A decir de Gildardo Martínez, investigador de la UAEMéx, aún es posible pasar de acciones correctivas y preventivas si se apuesta por una planeación urbana enfocada en la ciudadanía.
Alfonso Javier Iracheta, doctor en Estudios Regionales e investigador de El Colegio Mexiquense, destaca la urgencia de replantear el uso de suelo y el diseño urbano con medidas concretas: más áreas de refresco, un manejo distinto del espacio público, huertos urbanos, techos y muros verdes, así como materiales y colores que ayuden a reducir el calor en las ciudades.