Cuando cae la noche, muchas mujeres optan por no salir. No es una decisión libre, sino una medida de autoprotección frente a una realidad marcada por el acoso, el hostigamiento y el riesgo latente de feminicidio.
En Edomex, en promedio 10 mujeres son asesinadas violentamente cada día. Este escenario se transforma en un espacio peligroso que restringe el derecho a moverse con libertad. Las arraigadas conductas machistas han hecho que la movilidad nocturna femenina esté condicionada al temor, la alerta constante y la renuncia.
Datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana indican que el 60 por ciento de las mujeres se sienten inseguras en su propia ciudad. Municipios como Naucalpan, Toluca, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, Atizapán, Chimalhuacán y Ecatepec son percibidos como los más peligrosos.
Esta sensación de inseguridad se intensifica particularmente en el contexto de la movilidad, donde el 68 por ciento de las mujeres mexiquenses reporta sentirse vulnerable. En 2024, se denunciaron 879 casos de acoso sexual, la mayoría en lugares públicos.
Esta constante sensación de inseguridad impacta directamente en la vida cotidiana de las mujeres, obligándolas a modificar sus horarios, planear rutas más largas pero aparentemente seguras, evitar calles oscuras o solitarias, y hasta adaptar su forma de vestir para no llamar la atención. Estas decisiones son estrategias de supervivencia en un entorno que ha normalizado la violencia de género en el espacio público.
El incremento de denuncias por acoso, junto con las grabaciones captadas por cámaras de seguridad donde queda claro registro de tocamientos, amenazas y otras formas de violencia evidencian que la libertad de movimiento sigue siendo, para muchas mujeres, un derecho constantemente limitado por el miedo.