En las grandes ciudades, los árboles son más que un elemento decorativo; son aliados indispensables para mejorar la calidad del aire, reducir el calor, absorber el ruido y prevenir inundaciones.
Sin embargo, en muchos casos, estos árboles se encuentran asfixiados por el concreto, rodeados de infraestructura que limita su desarrollo y afecta su capacidad para ofrecer estos beneficios, poniendo en riesgo su vitalidad y la calidad de vida en las zonas urbanas.
Datos del ayuntamiento de Toluca indican que en la capital del estado de México hay 1.8 millones de árboles al corte del 2020
Las raíces de los árboles necesitan oxígeno, pero el suelo compactado o pavimentado las asfixia, afectando su salud y provocando su posible muerte. Además, en zonas urbanas, las raíces pueden levantar las calles, dañando la infraestructura vial, aumentando los costos de mantenimiento y generando riesgos para peatones y vehículos.
Los árboles asfixiados no solo enfrentan un riesgo de muerte, sino que también afectan la salud y el bienestar de los ciudadanos. Al debilitarse, su capacidad para filtrar contaminantes, producir oxígeno y regular la temperatura disminuye significativamente. Esto impacta la calidad del aire, aumenta el calor urbano y reduce los espacios verdes saludables, esenciales para el equilibrio emocional y físico de la población en las ciudades.
Es esencial que los arbolados urbanos sean parte integral de los procesos de ordenamiento de las ciudades. Además, se debe procurar la siembra de ejemplares de árboles nativos de la zona. Los árboles son elementos cruciales para nuestro entorno, y debido a los múltiples beneficios que ofrecen, deben ser considerados como parte de la infraestructura urbana. Tomar medidas para garantizar su preservación y adecuado desarrollo asegura una ciudad más saludable, sostenible y habitable para todos.