El viernes 12 de septiembre fue el último día en que 400 estudiantes asistieron a clases en la escuela primaria Enrique Rébsamen, en San Pedro Cholula, antes de que quedara inundada por aguas negras.
Hoy, la realidad es distinta. La parroquia de San Pedro Apóstol, los salones de catecismo, la casa de cultura y algunas viviendas particulares se han transformado en aulas improvisadas.
El panorama no es fácil: padres de familia han tenido que ver a sus hijos tomar clases bajo lonas, en condiciones precarias, con tal de no interrumpir su educación.
Los estudiantes se han adaptado al frío, los olores fétidos, la presencia de mosquitos y perros, lo que rompe con la forma tradicional de aprendizaje.
Una de las mayores dificultades ocurre cuando los niños necesitan ir al baño, ya que deben compartir sanitarios públicos con personas ajenas a la comunidad escolar.
Además, los padres han tenido que dejar sus hogares para permanecer hasta cinco horas en el patio de la parroquia, entre el sol y la lluvia, realizando labores de vigilancia.
Esta decisión de mantener clases presenciales surge ante la imposibilidad de tomar clases en línea, debido a la falta de recursos tecnológicos.
No es fácil ver a sus hijos estudiar en condiciones que no garantizan seguridad ni higiene. Sin embargo, tampoco han recibido apoyo por parte de las autoridades estatales para asegurar una educación digna.
Mientras tanto, padres de familia y directivos se mantienen pacientes ante este panorama desolador que afecta a una primaria que lleva más de 20 años enfrentando este problema sin haber fecha de regreso.