Las constantes fugas de agua en el Estado de México se han convertido en una herida abierta que no deja de sangrar, agravando la ya crítica situación hídrica que enfrenta la entidad.
En 2023, la Comisión del Agua del Estado de México reparó 59 fugas, un número significativo que apenas representa una pequeña parte del problema. Ya que de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, entre el 30% y el 40% del agua potable se pierde por fugas en la red hidráulica.
De este porcentaje, las fugas domésticas representan la pérdida de casi 11 mil litros anuales por hogar. En una casa se pueden desperdiciar hasta 547.5 garrafones de agua de 20 litros cada uno en un solo año.
La falta de inversión en la infraestructura hidráulica ha sido un factor determinante en la proliferación de fugas.
Durante la administración del entonces gobernador Arturo Montiel Rojas se planteó la utilización de un sistema de detección de fugas a través de ondas sonoras, con una perspectiva de 15 años, un proyecto ambicioso que prometía mitigar el 75% de las fugas de agua. Sin embargo, este plan nunca se concretó.
En el presente año, tanto el gobierno estatal como el municipal han comenzado a tomar medidas para modernizar la red hidráulica, que en muchos casos presenta un deterioro que oscila entre el 50 y el 70 por ciento.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades por abordar este problema, la falta de acción concreta y la ausencia de medidas preventivas han contribuido al desperdicio masivo de un recurso tan vital.