Desde 1934 las garapiñas se han convertido en la bebida favorita de cientos de Toluqueños que a diario buscan probar una.
Eduardo, heredero de esta bebida tradicional, reconoce que tiene un gran compromiso con la sociedad, pues busca seguir honrando la memoria de su padre Lorenzo.
La historia de esta bebida es particular: en un viaje a Cuba, Lorenzo logró adoptar la receta para traerla a Toluca. Sus ventas iniciaron en un local ubicado frente a Palacio de Gobierno.
Eduardo asegura que el sabor de garapiña no se ha perdido, pues dice que los clientes compran una y vuelven a comprar, pues el sabor es adictivo.
Para Eduardo, la garapiña representa el amor y orgullo que ha perdurado con el tiempo. Sabe que la constancia de seguir con los sabores de su padre forma parte de su vida y de las tradiciones del municipio.
La garapiña es una bebida con sabor a recuerdo, la memoria, el sabor de adultos y niños que la han probado aunque sea una vez.