En el Estado de México, más de un millón 100 mil jóvenes cursan estudios entre la preparatoria y la universidad. De acuerdo con cifras del INEGI, al segundo trimestre de 2025 la población económicamente activa de entre 15 y 29 años asciende a 4 millones 171 mil 927 personas, lo que refleja la gran cantidad de estudiantes que, además de prepararse académicamente, participan activamente en el mercado laboral.
Tal es el caso de Danna, una joven de 23 años que divide su tiempo entre las aulas y el trabajo. Por las mañanas asiste a clases en el Instituto Tecnológico de Toluca, donde cursa el cuarto semestre de la Ingeniería en Gestión Empresarial, y por las tardes se desempeña como recepcionista en un gimnasio.
Esta dinámica le exige un esfuerzo adicional para equilibrar su vida personal, mantener sus calificaciones y sus vínculos familiares y amistosos, así como cumplir con su empleo.
Entre clases, tareas, trabajo y actividades cotidianas, Danna debe concentrarse plenamente en cada una de sus responsabilidades escolares y laborales, aunque en ocasiones aprovecha parte de su tiempo laboral para avanzar en tareas. No obstante, muchos jóvenes no tienen la misma posibilidad de combinar de manera flexible sus estudios con el trabajo, lo que hace que la experiencia sea aún más desafiante para ellos.
La historia de Danna refleja la realidad de miles de jóvenes mexiquenses que, ante la necesidad de solventar sus gastos o aportar a la economía familiar, optan por combinar estudio y trabajo, aunque en muchas ocasiones no resulta sencillo acomodar los horarios. Cabe resaltar que, según el estudio Youth Build, 2.12 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años, es decir, el 49 por ciento de quienes trabajan en México, lo hacen en condiciones limitadas en cuanto a educación y empleo, debido a barreras estructurales como la pobreza, la falta de infraestructura y la ausencia de políticas públicas sólidas.
En su mayoría, los jóvenes que dividen su día entre la jornada escolar y laboral enfrentan impactos que, si bien no siempre negativos, sí implican mayores niveles de cansancio, estrés y sacrificios en su vida social. No obstante, también logran desarrollar disciplina, responsabilidad y experiencia laboral temprana, aspectos que pueden convertirse en ventajas para su futuro profesional.