La ebanistería artesanal perdura en San Pedro Tultepec

En San Pedro Tultepec, municipio de Lerma, el aire se impregna de un olor particular: una mezcla de aserrín fresco, barniz y el aroma terroso de la madera trabajada. Es el perfume de una tradición viva, un eco de historias talladas a mano y transmitidas de generación en generación.

Uno de los guardianes de este legado es Rafael Jiménez, conocido cariñosamente como "Rafiki" por sus amigos. Con 42 años de experiencia, es la tercera generación de ebanistas en su familia.

Creció entre virutas de madera y el aroma inconfundible de los barnices, aprendiendo el oficio de sus padres y tíos.

Rafael Jiménez señala que la llegada de muebles de origen chino, producidos en serie y a bajo costo, ha reducido hasta en un 55% su carga de trabajo. Sin embargo y con la confianza de quien conoce la calidad de su labor, afirma que sus creaciones tienen una vida útil de más de medio siglo.

Es una promesa de durabilidad que se erige frente a la obsolescencia programada de los muebles chinos.

Rafael se considera un artesano en toda la extensión de la palabra: cada pieza es el resultado de su esfuerzo y habilidad manual. Desde la selección de la madera hasta el último toque de lija, todo el proceso de elaboración lleva su sello.

Al igual que su padre, ha logrado heredar este oficio a sus hijos, asegurando que la tradición de San Pedro Tultepec siga viva, pese a la invasión de las importaciones chinas.