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15 de Junio del 2025

DD. HH.

La otra cara de la recolección de basura

En el Valle de Toluca, la recolección de basura no recae exclusivamente en el servicio público municipal. Recolectores informales, conocidos comúnmente como "carretoneros", recorren calles y colonias recogiendo desechos que los camiones oficiales no siempre alcanzan. Lo hacen a cambio de una propina modesta, muchas veces sin garantías, sin protección y sin reconocimiento.

Tan solo en la capital mexiquense, cada habitante genera, en promedio, 1.7 kilogramos de basura al día. Frente a esta realidad, la labor de los recolectores privados se vuelve indispensable.

A pesar de que la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos establece regulaciones para tanto los generadores como los prestadores de servicios de recolección, en la práctica, los recolectores privados operan en un limbo legal.

En muchos casos, familias enteras dependen de esta actividad: padres, madres e incluso hijos colaboran en la recolección, separación y venta de materiales reutilizables, ofreciendo sus servicios a cambio de una propina que puede empezar desde los 20 pesos o variar según el volumen de basura.

La falta de regulación clara los hace vulnerables a detenciones y extorsiones por parte de las autoridades, mientras quienes la realizan suelen ser estigmatizados. Se les mira con desdén por el tipo de trabajo que implica ensuciarse las manos, lidiar con malos olores y enfrentarse a riesgos sanitarios.

Su labor, aunque en el limbo de la legalidad y la seguridad, es un testimonio de la resiliencia sorteando un sistema que no siempre los reconoce o protege y la necesidad en una región donde la generación de residuos parece inagotable.





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