Después de unos días de descanso necesitaba algo más. Un descanso del descanso. Un respiro del mismo tedio de siempre. En esa búsqueda frenética por llenar un fin de semana con algo que no me supiera a lo mismo de siempre, me topé con La Tribu.
Y no, no hablo de mi séquito habitual de amigos, hablo de la Tribu. Un lugar en Toluca que se hace llamar "fuente de sodas", pero que es en realidad un híbrido glorioso entre nostalgia, juego, gula y diversión pura.
Desde que pones un pie en la escalera, te reciben unos changuitos gigantes sí, como los de Toy Story, desde ahí sabes que este no es el típico lugar con mesitas rojas y popotes de colores. Este lugar está dedicado a la diversión. Punto.
La Tribu presume de tener una de las ludotecas más grandes y variadas de la ciudad.
Yo, con la terquedad que da el ego, me lancé al Tetris físico en el cual perdí estrepitosamente. Pero hay algo profundamente reconfortante en ser derrotado por un juego? sobre todo si la recompensa es una hamburguesa, tan munchosa como mis sueños más glotones.
Para los niños hay sodas con colores y para los adultos: bebidas que refrescan con la misma intensidad con la que el sol de mayo abrasa Toluca.
No solo hallé a mi tribu. La Tribu me encontró a mí. Este no es un lugar para pasar el rato. Es un lugar para quedarte un rato más.