"Quien controla los púlpitos y los altares controla las urnas". Y no es metáfora. En 2025, el mercado espiritual del EDOMEX mueve cientos de millones de pesos al año y se ha convertido en uno de los principales canales de compra y movilización de votos en elecciones municipales y de diputados locales.
Los curanderos y santeros del corredor Chalco-Ixtapaluca-Amecameca ofrecen paquetes más discretos pero igual de efectivos. Una "limpia de campaña" completa cuesta entre 80,000 y 250,000 pesos, según el prestigio del brujo.

El sector católico tradicional también participa, aunque con mayor sutileza. En municipios gobernados por el PRI y Morena por igual, de acuerdo con datos recopilados por la editorial Proceso, los párrocos reciben "donativos voluntarios" para fiestas patronales que oscilan entre 500,000 y 2 millones de pesos por evento. A cambio, permiten que los candidatos presidan las misas principales, repartan despensas benditas y coloquen propaganda dentro del atrio.
En 2024, la Diócesis de Texcoco tuvo que emitir un comunicado interno prohibiendo la colocación de lonas políticas en templos después de que más de 40 parroquias aparecieron empapeladas con rostros de aspirantes.

En el Estado la fe dejó de ser solo un refugio espiritual: se convirtió en uno de los negocios políticos. Mientras tanto, el IEEM solo logró validar 11 denuncias por proselitismo religioso en los últimos seis años, todas desechadas por "falta de elementos".