Cada vez es más común ver en calles, banquetas y ciclovías de Toluca y el Estado de México a personas que se trasladan en scooters eléctricos, patines eléctricos, bicicletas con motor o motos ligeras.
Estos vehículos, prácticos, económicos y ecológicos, se han convertido en una alternativa de movilidad urbana, pero también en un nuevo reto para las autoridades, ya que circulan sin regulación.
En el Estado de México, la regulación de movilidad solo contempla a bicicletas tradicionales o eléctricas, que deben circular por ciclovías o por la extrema derecha, no en aceras, con límites de hasta 30 km/h, y tienen prohibido el tránsito en vías primarias y carreteras. Pero para la ley no existen scooters ni patines eléctricos.
En 2024 se registraron 27 mil accidentes de motocicleta en la entidad; solo en Toluca ocurrieron 2 mil 750, con 80 personas fallecidas, lo que representa 10 % de los siniestros estatales.
La infraestructura, en contraste, resulta insuficiente, Toluca cuenta con apenas 34.8 kilómetros de ciclovías. A ello se suma que en el Estado se realizan 476 mil viajes en bicicleta al día, lo que representa el 2.7 por ciento de los traslados diarios.
Especialistas advierten que la regulación no debe centrarse solo en la micromovilidad, pues los automóviles y camionetas, por su tamaño y velocidad, representan un riesgo mayor. En 2024, el Estado de México registró 462 muertes por hechos de tránsito, la mayoría causadas por vehículos grandes, lo que refuerza la necesidad de asignar mayor responsabilidad a quienes conducen automotores.
Para que la micromovilidad sea segura y sostenible, se requiere una estrategia que combine regulación, educación vial, infraestructura adecuada y responsabilidades diferenciadas.