El Estado de México, por su ubicación geográfica, se ha convertido en un punto estratégico dentro del mapa del narcotráfico en el país.
Durante la última década, la captura, traición o ejecución de líderes criminales ha dejado huella en la entidad mexiquense. Nombres de capos como Édgar Valdez Villarreal, alias "La Barbie", y José Ángel Covarrubias Salgado, conocido como "El Mochomo", han resonado como un reflejo de la magnitud de la presencia del crimen organizado en el estado y la profundidad de sus redes.
De acuerdo con el National Drug Threat Assessment 2025, publicado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos , tres cárteles mexicanos han consolidado su presencia en el Estado de México: el Cártel de Jalisco Nueva Generación, La Familia Michoacana y el Cártel de Sinaloa
El CJNG ha logrado establecer operaciones en aproximadamente el 48% de los municipios mexiquenses. La Fiscalía del Estado de México ha confirmado su influencia en distintas zonas del Valle de México, así como en áreas del sur de la entidad. Su expansión ha sido violenta y estratégica, desplazando a otros grupos como el llamado Cártel de Tláhuac.
Por su parte, La Familia Michoacana ha sido una de las organizaciones delictivas con mayor crecimiento en el Estado de México. Según informes oficiales y de inteligencia, esta agrupación tiene presencia en más del 60% del territorio estatal, incluyendo zonas rurales, urbanas y regiones colindantes con Guerrero y Michoacán.
Su financiamiento proviene del cobro de cuotas a comerciantes, el narcomenudeo y la apropiación forzada de mercados locales.
Aunque con menor intensidad que las organizaciones anteriores, el Cártel de Sinaloa mantiene presencia activa en el Estado de México. Su estrategia es distinta: evita los enfrentamientos directos y mantiene un bajo perfil.
La presencia del narcotráfico en el Estado de México es una realidad tangible y cada vez más evidente.