Peregrinar para sanar: La fe como terapia colectiva

Por: SANTIAGO BENÍTEZ
Toluca
Fecha: 12-11-2025

Convertirse en peregrino es embarcarse en un viaje que trasciende lo físico. No se trata sólo de recorrer kilómetros, sino de avanzar hacia un encuentro transformador, ya sea con una fe, una creencia o con uno mismo.

A lo largo de la historia, esta práctica se ha desarrollado en distintas culturas y religiones, y continúa teniendo un profundo impacto en la vida de millones de personas en todo el mundo.

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Stamford, caminar en un proceso de peregrinaje reduce la actividad de la corteza prefrontal medial, la zona del cerebro asociada con los pensamientos negativos y la rumiación mental.

Para muchos creyentes, el peregrinar funciona como un proceso de catarsis colectiva. No hay diván, pero sí acompañamiento; no hay silencio clínico, sino oración compartida. De acuerdo con la psicoanalista Leslie Mendoza, en este proceso las personas lloran, se apoyan, se escuchan, y eso tiene un efecto profundamente liberador.


En el Estado de México, cerca de 80 mil peregrinos caminan cada año hacia la Basílica de Guadalupe. Otro de los destinos más concurridos es el Santuario del Señor de Chalma, en el municipio de Malinalco, considerado el segundo recinto religioso más visitado del país después de la Basílica. Cada año recibe alrededor de nueve millones de visitantes

Para muchos de ellos, cumplir una manda o caminar hasta el santuario es una manera de agradecer o pedir consuelo. Pero también sin proponérselo es una forma de sanar emocionalmente.


Peregrinar, entonces, no es solo un acto de fe, sino una búsqueda interior. En el camino, el cuerpo avanza, pero también lo hace el alma.



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