En el Estado de México, donde la fe católica ha perdido fuerza y al mismo tiempo que las iglesias evangélicas y protestantes ganan terreno, la figura del sacerdote va más allá de solo oficiar misas diariamente.
Los sacerdotes son guía espiritual y un referente social y mediador comunitario. Los vecinos acuden por consejos ante conflictos familiares, problemas de inseguridad y carencias sociales, esperando accesibilidad, sensibilidad y escucha activa.
En el Estado de México, ocho de cada diez personas se declaran católicos, aunque la cifra ha bajado del 85.4?% al 78.6?% en la última década. Al mismo tiempo, crecen las iglesias evangélicas y las personas sin religión, que ahora representan casi el 15?% de la población.
En una modernidad líquida, los sacerdotes deben de tomar el rol de la confianza incluso más que en autoridades civiles, especialmente en comunidades donde el gobierno llega con dificultad, o está marcado por la violencia e inseguridad.
Seis sacerdotes han sido asesinados en años recientes, y durante la pandemia fallecieron 70 sacerdotes católicos y 270 pastores evangélicos por COVID 19.
La diversificación religiosa ha obligado a la Iglesia Católica a adaptarse y fortalecer su presencia social, demostrando que su influencia no depende solo de los sacramentos, sino de su papel como mediador y referente ético en la convivencia diaria.
Hoy, los sacerdotes deben ser el puente entre las personas y sus problemas cotidianos así como críticas o exhortaciones hacia autoridades municipales o estatales sobre seguridad, justicia, pobreza.
Pueden ser un canal de denuncia cuando las comunidades sienten que las autoridades no les escuchan.