Aunque el Estado de México se caracteriza por poseer una amplia variedad de microclimas que permite cultivar distintos grupos agrícolas, la sequía ha dejado estragos en el sector agropecuario.
En la entidad según datos del Censo Agropecuario 2022, el 84.4 por ciento de hectáreas de producción agropecuaria activas, son temporales, es decir, dependen de los temporales de lluvias para que los cultivos se desarrollen adecuadamente, lamentablemente el déficit de lluvias durante el 2023 dejó una grave sequía que perjudica directamente al crecimiento de cultivos.
El 15.6 por ciento de las hectáreas producción agropecuaria activas dependen de la modalidad de riego para su producción.
Tras la grave sequía los cultivos se enfrentan a la falta de humedad, lo que resulta en un crecimiento limitado, menor rendimiento y calidad inferior de los productos agrícolas.
Además, la falta de agua ha llevado a una disminución en la producción de cultivos como el maíz, que es uno de los cultivos más importantes en México.
El impacto de la sequía en la agricultura escala hasta afectar la economía, pues la reducción de la producción agrícola ha llevado a que se deje de sembrar en ciertas zonas, y por ende a la pérdida de empleos y sustento económico.
De las 688 mil 243 hectáreas agropecuarias activas, 25 mil 147 hectáreas no fueron sembradas por mal temporal, por falta de crédito, por enfermedad, por falta de dinero o apoyos o porque no hubo quien la sembrara, entre otras causas.
Es importante destacar que la sobreexplotación de los acuíferos ha llevado a una disminución en la cantidad de agua disponible, lo que pone en riesgo el futuro de la agricultura en la entidad, por lo que se requieren medidas extremas para asegurar la producción de alimentos y empleos.