Desde 1989, los gobiernos del Estado de México y federal acordaron ordenar el uso del agua y sanear la cuenca Lerma?Chapala. Un año después, en 1990, se creó la Comisión Coordinadora para la Recuperación Ecológica del Río Lerma, encargada de coordinar y promover acciones entre dependencias, sector privado y sociedad para restaurar el equilibrio ambiental del río en territorio mexiquense.
Desde entonces, a 30 años de distancia, los resultados son prácticamente nulos. El río Lerma sigue deteriorándose y es uno de los cauces más contaminados del país.
Diversos estudios y diagnósticos recientes señalan que más del 80 por ciento de los contaminantes provienen de descargas industriales que no reciben tratamiento adecuado.
Las autoridades estatales reportan que se han tratado más de 7.7 millones de metros cúbicos de aguas residuales y se han retirado 38 mil 712 toneladas de contaminantes durante los últimos años. Pero los especialistas coinciden en que estos esfuerzos son insuficientes ante el tamaño del daño acumulado.
Aunque la comisión para rescatar el río Lerma opera desde 1990, no existe información pública que transparente cuánto se ha invertido ni qué resultados ha tenido en más de tres décadas, lo que genera dudas sobre su eficacia. Para 2025 se anunciaron 50 millones de pesos para restauración inicial y, para 2026, 450 millones más en un plan integral. A nivel federal, el Plan Hídrico 2024?2030 contempla 7 mil millones de pesos para sanear las cuencas Lerma?Santiago.
A más de 30 años del primer acuerdo para rescatar la cuenca, el río Lerma continúa esperando resultados. La falta de claridad sobre cuánto se ha gastado y qué se ha logrado convierte esta historia en un símbolo de burocracia sin eficacia.