Las universidades públicas en México enfrentan un punto crítico: operar con presupuestos estancados mientras la demanda de ingreso y los retos educativos aumentan. La Universidad Autónoma del Estado de México es un ejemplo representativo.
En el ciclo escolar 2023-2024 atendió a 98 mil 331 estudiantes, con un presupuesto de poco más de 6 mil 206 millones de pesos, apenas 2.5 por ciento más que el año anterior. Para 2025, el aumento fue de 3.7 por ciento, pero aún insuficiente frente a la carga institucional que sostiene.
La presión crece con la demanda. Para el ciclo 2025-2026, 70 mil 246 aspirantes buscaron un lugar en la UAEMEX. Sin embargo, en 2023 solo 35.87 por ciento logró ingresar, dejando a más del 60 por ciento fuera. Las carreras con mayor demanda son Médico Cirujano, Derecho, Enfermería, Psicología, Cirujano Dentista, Administración y Veterinaria.
Esta saturación no es nueva, pero se agudiza cada año, reflejando una falta de planeación y expansión acorde a la necesidad social.
Con una cobertura en educación superior de apenas 24.7 por ciento y una tasa de abandono escolar del 9.2 por ciento, el sistema enfrenta retos serios.
Aunque la eficiencia terminal es del 75 por ciento, el crecimiento de la matrícula supera la capacidad de infraestructura, personal y servicios, lo que afecta la calidad educativa. En la UAEMEx, esta presión se refleja en un paro activo encabezado por estudiantes y docentes que exigen mejoras estructurales y laborales, evidenciando un desgaste institucional agravado por planteles saturados, falta de plazas y rezago tecnológico.
Si el Estado no invierte estratégicamente en sus universidades públicas, como la UAEMEx, se compromete no solo el futuro profesional de miles de jóvenes, sino el desarrollo económico, científico y social del país.
Hoy, las universidades públicas están operando al límite, y el riesgo no es solo institucional, es colectivo.