En 2017, un grupo internacional de arqueólogos detectó con tecnología LiDAR -un sistema que permite mapear el terreno a través de la vegetación- una estructura monumental escondida bajo la selva de Tabasco, muy cerca de la frontera con Guatemala
El sitio, bautizado como Aguada Fénix, resultó ser una plataforma colosal edificada entre 1000 y 750 a.C., lo que la convierte en la construcción más antigua conocida de la región donde siglos después florecería la civilización maya.
El proyecto, coordinado por Takeshi Inomata y Daniela Triadán, de la Universidad de Arizona, y avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha revelado que Aguada Fénix fue concebida como un cosmograma, una representación material del orden del universo en el espacio y el tiempo.

Un mapa del cosmos en tierra firme
Según un artículo publicado el 5 de noviembre de 2025 en Science Advances, la plataforma central de Aguada Fénix -de 1.4 kilómetros de largo, 400 metros de ancho y hasta 15 metros de altura- estaba acompañada por calzadas y canales que conformaban un diseño de 9 por 7.5 kilómetros, comparable o incluso mayor al de ciudades posteriores como Tikal o Teotihuacan.
En el centro de este trazado, el Grupo E, los antiguos constructores excavaron hacia 915-850 a.C. una figura en forma de cruz de 6 por 5.6 metros, con accesos escalonados en sus cuatrolados.

En su interior se hallaron 24 objetos en forma de hacha, hechos de arcilla sin cocer, algunos pintados con pigmento rojo
Colores sagrados y símbolos del universo
Bajo ese espacio se descubrió otro cruciforme más pequeño, excavado directamente en la roca caliza, que contenía una base de arcilla negra con pigmentos de azul (azurita), verde (malaquita) y amarillo ocre (goethita), además de restos de conchas marinas y ostras provenientes del Atlántico.
Los investigadores interpretan este conjunto como la evidencia más antigua del simbolismo cromático direccional en Mesoamérica: los colores representaban los puntos cardinales y la estructura del cosmos.

"El simbolismo expresado en este depósito ritual pudo dar origen a conceptos similares entre los mayas y culturas posteriores", señalan los autores
Ingeniería y espiritualidad en equilibrio
El sitio también contaba con un sistema hidráulico monumental, con represas y canales de hasta 35 metros de ancho y 5 metros de profundidad, diseñado para captar agua durante la estación seca.
Se calcula que su construcción requirió 193,000 metros cúbicos de material y más de 255,000 jornadas de trabajo humano, un logro impresionante para una comunidad sin jerarquías coercitivas.

A diferencia de los centros olmecas contemporáneos, Aguada Fénix no tenía reyes ni élites dominantes, pero sí líderes comunitarios capaces de organizar a cientos de personas en torno a una visión compartida del universo
El legado de una civilización sin reyes
Para los arqueólogos, este sitio no solo marca un precedente arquitectónico, sino también el origen de las ideas políticas y rituales que más tarde definirían a las grandes urbes mayas.
Durante sus 350 años de ocupación, Aguada Fénix encarnó una forma de organización social igualitaria, donde la cooperación y el conocimiento fueron los cimientos de una visión colectiva del mundo.
Así, bajo la tierra de Tabasco, emerge una historia que redefine los inicios de Mesoamérica: una civilización capaz de imaginar el cosmos antes de tener reyes.