Cada temporada invernal refleja el estado de la salud pública en México.
La llegada del frío modifica las rutinas diarias y aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias, lo que pone a prueba las estrategias de prevención y atención médica.
Más allá de las bajas temperaturas, el comportamiento de estos padecimientos permite evaluar la efectividad de las acciones de vacunación y prevención aplicadas a lo largo del año, así como la capacidad del sistema de salud para responder ante un mayor número de contagios.
Las autoridades sanitarias han señalado que la propagación de estas enfermedades no depende solo del clima. Los hábitos cotidianos, el acceso oportuno a las vacunas y la atención médica temprana influyen de manera directa en el impacto que tiene la temporada invernal sobre la población.
El invierno como prueba del sistema de salud mexicano

Durante los meses de frío, las enfermedades respiratorias tienden a incrementarse debido a la mayor circulación de virus y a los cambios en la rutina diaria.
En base a información de la Secretaría de Salud, el aumento de casos está relacionado con la permanencia prolongada en espacios cerrados, la reducción de la ventilación y la cercanía entre personas.
Cada temporada invernal funciona como una prueba para medir el nivel de protección de la población. Cuando existen esquemas de vacunación sólidos y una cultura preventiva constante, los contagios suelen ser menos graves y el número de hospitalizaciones disminuye.
En inviernos anteriores, México logró mantener bajo control muchas enfermedades respiratorias gracias a coberturas de vacunación altas y campañas preventivas sostenidas. Estos esfuerzos permitieron reducir complicaciones y muertes asociadas a influenza y otras infecciones respiratorias.
Vacunación: el factor que define el impacto del invierno

La vacunación ha sido, durante décadas, uno de los pilares más importantes de la salud pública en México.
En base al artículo "La importancia de la vacunación como medida para la prevención de enfermedades", publicado por el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, las vacunas han permitido erradicar y controlar enfermedades que antes representaban una amenaza constante.
Según este artículo, gracias a los programas de inmunización se logró eliminar la poliomielitis, el sarampión, la rubéola y el tétanos neonatal, además de reducir de manera significativa la morbilidad y mortalidad por otras enfermedades prevenibles.

La Secretaría de Salud señala que la vacunación no solo protege a quienes reciben la dosis, sino que contribuye a disminuir la circulación de los virus en la comunidad. Esto resulta especialmente relevante durante la temporada invernal, cuando los contagios suelen aumentar.
Además, las vacunas representan una estrategia costo efectiva, ya que previenen hospitalizaciones, tratamientos prolongados y complicaciones graves, especialmente en personas adultas mayores y en quienes viven con enfermedades crónicas.
Durante muchos años, estos factores permitieron que los inviernos en México tuvieran un impacto sanitario menor en comparación con otros periodos históricos.
Menos vacunas, mayor vulnerabilidad sanitaria

La situación comenzó a cambiar de forma gradual en los últimos años.
Según el Diagnóstico de la vacunación infantil en México, 2010?2022, elaborado por el Pacto por la Primera Infancia, a partir de 2019 se registró una disminución sostenida en las coberturas de vacunación.
Este documento señala que la baja aplicación de vacunas afectó principalmente a la población infantil, lo que incrementó el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles, especialmente durante la temporada invernal.

La pandemia de COVID-19 profundizó esta tendencia. En base al diagnóstico, el temor de acudir a centros de salud y la interrupción de servicios provocaron una caída aún mayor en la vacunación, dejando a un número importante de personas sin protección.
Entre 2018 y 2022, las dosis aplicadas de distintas vacunas disminuyeron de forma considerable, lo que se reflejó en la reaparición de enfermedades que se consideraban controladas. Este retroceso, de acuerdo con organismos internacionales, significó perder avances construidos durante más de treinta años.
Factores que determinan la gravedad de cada temporada

La severidad de una temporada invernal no depende de un solo elemento.
Influyen factores como el clima, la circulación simultánea de distintos virus y el nivel de inmunidad de la población.
La Secretaría de Salud destaca que cuando las coberturas de vacunación son bajas, el riesgo de brotes aumenta y las enfermedades respiratorias tienden a generar más complicaciones.
También influyen aspectos institucionales, como problemas en la planeación, el suministro y la logística pueden limitar la capacidad de respuesta durante los meses de mayor demanda.
A esto se suma el comportamiento social durante el invierno, como la asistencia a espacios cerrados y la falta de medidas preventivas básicas, que favorecen la propagación de virus respiratorios.

Los resultados que deja cada temporada de frío reflejan con claridad el estado real de la prevención y la vacunación en el país, así como la capacidad del sistema de salud para responder ante el aumento de enfermedades respiratorias.
Cuando estas estrategias se fortalecen y se aplican de manera constante, el impacto sanitario del invierno se reduce de forma significativa, tanto en contagios como en complicaciones.
Recuperar y mantener altas coberturas de vacunación, junto con una vigilancia epidemiológica permanente y hábitos preventivos cotidianos, no solo permite enfrentar mejor cada temporada invernal, sino que resulta clave para evitar retrocesos en la protección de la salud pública y reducir los riesgos que año con año regresan con el frío.