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El costo real de ser cancelado en redes sociales
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El costo real de ser cancelado en redes sociales

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 23-07-2025

En la era digital, las redes sociales han transformado la forma en que comunicamos y construimos opinión pública.


Un fenómeno destacado es la "cultura de la cancelación", que consiste en retirar el apoyo a personas o grupos por comentarios o acciones consideradas ofensivas.


Aunque a veces busca justicia social, esta práctica puede causar daños severos a los cancelados y a la sociedad, generando un debate sobre si es un mecanismo justo o un linchamiento digital que impide el diálogo y la reparación.




En México, dos casos recientes han desatado cancelaciones masivas. Por un lado, Javier "Chicharito" Hernández, futbolista reconocido, fue criticado por mensajes con contenido machista en sus redes, lo que llevó a grupos feministas a pedir su expulsión de la FIFA, además del rechazo público de autoridades.


Por otro lado, Florinda Meza, actriz famosa por "El Chavo del Ocho", enfrenta una campaña de odio por la serie "Sin querer queriendo" basada en la vida de Roberto Gómez Bolaños mejor conocido como "Chespirito", que relata la infidelidad de ella y Bolaños a sus respectivas parejas de ese momento para estar juntos. Aunque no se menciona su nombre, fue fácilmente identificada, lo que ha motivado hasta solicitudes para retirar una estatua en su honor, pese a que los hechos ocurrieron hace más de 40 años.


Estos casos muestran cómo la cultura de la cancelación puede desatar polémicas intensas que desafían el equilibrio entre la justicia social y la empatía, invitando a reflexionar sobre sus límites y consecuencias.


Las heridas personales tras ser cancelado: Pérdida, miedo y estigma




Ser cancelado va más allá de perder seguidores o ser objeto de críticas pasajeras.


Según un artículo del Instituto para el Futuro de la Educación, las personas que sufren cancelación enfrentan una destrucción casi total de su reputación, las personas canceladas pueden sufrir la pérdida inmediata y masiva de apoyo social, lo que genera aislamiento digital y una sensación de soledad.


Además, esta pérdida se traduce muchas veces en repercusiones laborales severas, incluyendo el despido o la imposibilidad de acceder a nuevas oportunidades profesionales debido a la mancha en la reputación pública.




La cancelación reduce la complejidad humana a un solo error o comentario, promoviendo un esencialismo negativo que condena a la persona como irremediablemente "mala", sin espacio para la reparación ni la redención.


A la creadora de contenido enfocada en cine y series, AndyRodgue, se le cuestionó sobre si alguna vez había sido víctima de este fenómeno, a lo que respondió lo siguiente: "Sí, jaja. Nada grave, quiero pensar. La verdad es que mi contenido, al ser de cine y series, está bastante enfocado a ese tema y segmento de personas. Y sin embargo, es increíble la cantidad de veces que recibí comentarios de odio por ejercer una opinión o juicio respecto a los productos audiovisuales que consumo, o por ideologías que se ven reflejados en los mismos".




Para ella, la cancelación se está saliendo de control, porque la gente suele confundir los motivos dignos de una cancelación, con algo tan simple como no compartir el mismo punto de vista.


La cancelación también es una forma de bullying grupal, donde una multitud se une para atacar y desacreditar públicamente a un individuo, lo que puede generar estrés, ansiedad, depresión y pérdida de autoestima.




Además, la cancelación genera un miedo constante a equivocarse o a expresarse libremente, provocando un ambiente de autocensura en las redes sociales. Esto limita la diversidad de opiniones y la espontaneidad en la comunicación digital, afectando la libertad de expresión y fomentando un ambiente hostil, siendo justamente lo que menciona Andy.


Libertad de opinión en crisis




El impacto de la cultura de la cancelación no se limita a la persona cancelada.


Según The Conversation, la cancelación genera un ambiente social tóxico, con censura extrema en internet y una reducción de la libertad de expresión. La diversidad de opiniones y la posibilidad de discutir ideas de forma respetuosa se ven severamente limitadas.


Cristian Torres, creador y productor de contenido, describió cómo funciona este fenómeno en redes a través de una experiencia propia: "Realmente no he sido cancelado como tal, solo una vez salió de contexto un video que hice, solo en la parte de comentarios comenzaron a atacar. Es una experiencia muy intensa, porque te das cuenta de lo fácil que es para la gente reducirte a un solo momento, a una frase, a una percepción. En redes, muchas veces no se busca entender, se busca reaccionar. Lo enfrenté con calma, intentando separar la crítica constructiva del ruido destructivo. Escuché lo que valía la pena, reflexioné sobre ello, y el resto lo solté".



La preocupación por la cultura de la cancelación ha aumentado, pues su objetivo no debería ser silenciar ideas o personas, sino confrontarlas con argumentos y diálogo respetuoso.


En lugar de ello, la sociedad parece atrapada en un juego de extremos, donde la censura y el silencio impuesto conviven con la falta de respeto y una creciente polarización. Este escenario limita profundamente la posibilidad de crecer, aprender del error y construir un espacio público más diverso y comprensivo.


Más allá de lo visible: el impacto en la salud mental y emocional




Las consecuencias emocionales de la cancelación son profundas y a menudo invisibles para la mayoría.


La Clínica Zafra, especializada en salud mental, indica que las personas canceladas suelen experimentar sentimientos intensos de vergüenza, culpa, ansiedad, estrés, aislamiento y depresión.


Estos estados afectan su bienestar y la capacidad para relacionarse y proyectarse en la sociedad.


Katya Alcázar creadora de contenido que conecta con su audiencia mediante la autenticidad, la libertad y el amor propio, señala que resume esta realidad con claridad: "Las redes pueden construir o destruir, y creo que hay una gran diferencia entre hacer conciencia y fomentar odio. Para mí, el enfoque siempre debe ser desde la empatía, sin dejar de nombrar lo que está mal, pero también sin olvidar que todos estamos aprendiendo".




Esta perspectiva invita a pensar que, aunque la crítica es necesaria, debe ejercerse con respeto y con la intención de abrir caminos para la mejora y el entendimiento.


El estrés emocional provocado por la cancelación puede generar un sentimiento de indefensión, tristeza profunda y pérdida de control, dificultando la posibilidad de reconstruirse. La cancelación se vuelve, entonces, un proceso que no solo afecta la imagen pública, sino también la salud psicológica y la vida cotidiana de las personas afectadas.


Un caso emblemático en México es el de Karla Panini, quien fue duramente criticada tras revelarse su relación con Américo Garza, esposo de su compañera Karla Luna, mientras ésta luchaba contra el cáncer.




La infidelidad fue vista como una traición, generando una ola masiva de ataques en redes sociales y cancelaciones. Aunque Panini ha intentado defenderse, su imagen pública sigue muy afectada, y el caso continúa generando polémica y divisiones.




De manera similar, la cantante surcoreana Sulli enfrentó un acoso constante en redes sociales debido a sus posturas feministas y su desafío a las normas conservadoras de su país. Este hostigamiento afectó profundamente su salud emocional y mental, llevándola a un estado de desgaste extremo. En 2019, su trágica partida puso en evidencia los efectos devastadores del linchamiento.


El debate sobre si la cultura de la cancelación es un mecanismo legítimo para buscar justicia social o si es simplemente un linchamiento digital sin fundamentos claros, está lejos de resolverse.




De acuerdo con el Instituto para el Futuro de la Educación, si no se permite ni se acepta el crecimiento de las personas canceladas, la cultura de la cancelación seguirá siendo un movimiento tóxico, que no aporta a la sociedad ni al desarrollo individual.


Fomentar el respeto, la empatía, el diálogo abierto y la posibilidad de redención son pasos necesarios para convertir esta práctica en un instrumento de justicia real. Reconocer sus impactos y buscar formas responsables de aplicarla es vital para no perder la capacidad de dialogar, comprender y crecer juntos.


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