Error de Diciembre: cuando el dinero dejó de alcanzar
Economía

Error de Diciembre: cuando el dinero dejó de alcanzar


Imagina abrir los ojos en los primeros días de 1995 y descubrir que tu salario, ese que calculaste con precisión para comprar los útiles escolares de tus hijos, pagar la renta y quizá apartar un pequeño viaje navideño, ya no alcanza ni para el mandado



Sales al supermercado tratando de mantener la calma, pero el golpe llega de inmediato: el paquete de papel higiénico que costaba 8 pesos ahora vale 18. En la caja, ves a una señora sacar productos de su carrito porque ya no le alcanza. Nadie entiende nada, pero todos lo sienten: algo se rompió.


Regresas a casa y encuentras un mensaje del banco: la tarjeta de crédito que usaste para los regalos de Navidad tendrá una tasa de interés del 120% anual. Tu vecino, que había comprado su casa con crédito a tasa variable, recibe una llamada todavía peor: su mensualidad se triplicó en cuestión de días.


En la colonia, los negocios empiezan a cerrar. La tortillería anuncia "cerrado hasta nuevo aviso", el taller mecánico simplemente no volvió a abrir, la tienda de abarrotes vende a pérdida lo poco que queda.


En la radio sólo se escucha "devaluación", "crisis", "rescate". Y tú ?que apenas un año antes escuchabas que México estaba entrando al primer mundo? sientes que el suelo se abre bajo tus pies.

 


Eso fue el Error de Diciembre para millones: no un tecnicismo, no una falla abstracta, sino un golpe seco a la economía familiar, un colapso que se vivió en la mesa, en la escuela y en la esperanza



La bomba de tiempo que dejó Salinas

Para entender cómo llegó México a este punto, hay que mirar los meses previos. A finales de 1994, el país presumía un rostro moderno: privatizaciones, Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), inflación baja, crecimiento sólido.


La clase media creía que la vida sólo podía mejorar; viajar a Estados Unidos en fin de semana se había vuelto símbolo de "nuevo México".


Pero detrás de ese aparente momento de bonanza había una fragilidad enorme. La economía caminaba sobre terreno inestable: dependía de capitales que entraban y salían del país a la menor señal de riesgo, atraídos por tasas de interés muy altas y por un tipo de cambio que parecía firme, pero que en realidad se sostenía con alfileres.



El déficit en cuenta corriente llegó al 7% del PIB, nivel insostenible para un país emergente



Para financiarlo, el gobierno emitió tesobonos: deuda en dólares que debía pagarse en pesos. Para 1994, casi 30 mil millones de dólares estaban a punto de vencer... mientras que las reservas de Banco de México apenas alcanzaban los 9 mil millones.


A este cóctel financiero se sumaba un año político explosivo: el levantamiento zapatista en enero, el asesinato de Colosio en marzo y el asesinato de Ruiz Massieu en septiembre. Cada crisis provocó salidas masivas de capital.


Aun así, el gobierno de Salinas insistió en mantener el peso fuerte para no manchar su legado.



Así, cuando Zedillo asumió la presidencia, heredó un país maquillado: reservas agotadas, inversionistas nerviosos y un sistema financiero sostenido con alfileres


El detonante: los tres días que hundieron al peso

El derrumbe comenzó con una frase que pretendía ser técnica, pero terminó siendo letal.


El 19 de diciembre de 1994, Jaime Serra Puche, secretario de Hacienda en ese momento, reunió a empresarios y líderes sindicales para avisarles que el límite superior de la banda cambiaria -el tope hasta donde podía moverse el tipo de cambio- subiría 15%, pasando de 3.46 a 4.01 pesos por dólar.


Los empresarios le pidieron que no lo hiciera público porque temían el impacto en los mercados. Serra Puche les aseguró que lo mantendría reservado... pero al día siguiente salió a anunciarlo ante todos..



El mensaje sonó a devaluación disfrazada, y los mercados lo leyeron como señal de pánico


El Banco de México no pudo sostener la banda: el 22 de diciembre dejó flotar el peso y todo se desbordó. El dólar pasó en días de 3.46 a 4.88. Para finales de diciembre rondaba los 5; en enero de 1995 estaba arriba de 6.50 pesos.


La devaluación más fuerte de la historia moderna ya estaba en marcha.


Salinas -desde su retiro- bautizó públicamente el episodio como "el error de diciembre", culpando a Zedillo por anunciar la medida en vez de hacerla "silenciosa". Zedillo respondió que recibió un país con las reservas prácticamente en cero.

 


Más allá de quién tuvo la culpa, lo cierto es que el movimiento desató una tormenta perfecta


Las consecuencias en la vida cotidiana: cuando el dinero se volvió humo

Para millones de mexicanos, la crisis se sintió antes que se entendió.


La inflación llegó a 51.97% en 1995; el salario mínimo perdió casi un tercio de su poder en un solo año.


Las tasas de interés llegaron al 89.48 % anual, lo que convirtió cualquier crédito en una trampa mortal.



Más de un millón de empleos formales desaparecieron


Los negocios cerraron en cadena: pequeñas tiendas, talleres, papelerías, panaderías. Familias vendían ropa, muebles o electrodomésticos para comprar comida.


Muchos niños dejaron la escuela; no había para zapatos ni cuadernos. Hubo un aumento documentado de suicidios relacionados con deudas impagables.


La crisis no sólo vació bolsillos: vació futuros.


Fobaproa, la deuda que nunca muere

Para evitar el colapso del sistema bancario, el gobierno creó el Fobaproa, que años después se convertiría en el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB).


Lo que hizo fue convertir la deuda privada en deuda pública: la cartera vencida de los bancos se absorbió con pagarés emitidos por el gobierno.


El costo original rondaba los 552 mil millones de pesos. Con el paso del tiempo y los intereses, la cifra supera el billón. Y sigue creciendo.


El Fobaproa se convirtió en símbolo de injusticia: familias perdieron casas y negocios mientras los bancos -y muchos empresarios ligados al poder- fueron rescatados.



Para una generación completa, la palabra "Fobaproa" quedó asociada a impunidad financiera


México después del colapso: cicatrices y aprendizajes

Después de la crisis, México no volvió a ser igual. El golpe fue tan fuerte que obligó a cambiar muchas reglas del juego económico.


Para empezar, el Banco de México empezó a operar con verdadera independencia, una medida clave para evitar decisiones políticas que pusieran en riesgo la estabilidad. También se endurecieron las reglas para los bancos, con controles más estrictos para evitar que repitieran los excesos de los años previos.


Otra transformación importante fue dejar que el peso se moviera libremente según la oferta y la demanda, sin bandas ni techos fijados por el gobierno.


Y, quizá como un escudo para el futuro, el país comenzó a reunir una reserva internacional mucho más grande. Hoy ese "colchón" supera los 220 mil millones de dólares


El TLCAN impulsó una recuperación exportadora que ayudó al crecimiento de finales de los noventa.



Pero el costo social quedó marcado: una clase media debilitada, confianza ciudadana erosionada y una deuda imperecedera


 ¿Puede volver a pasar?

México hoy tiene fundamentos más sólidos que en 1994, pero nuevas vulnerabilidades: concentración de poder, dependencia de remesas, deuda pública creciente y tentaciones de repetir viejos errores.


La lección del Error de Diciembre va más allá de las cifras: es una lección profundamente humana. Cuando quienes toman decisiones se alejan de la realidad cotidiana, las consecuencias terminan golpeando a los mismos de siempre: las familias que ya vivían al límite, los trabajadores sin margen para absorber otro golpe y los pequeños negocios que dependen del día a día.



Y aunque cambie el nombre -Error de Diciembre, Efecto Tequila, crisis cambiaria- lo que permanece es el recuerdo incómodo de un país que creyó haber llegado al primer mundo... hasta que despertó una mañana y descubrió que el dinero ya no servía para vivir 


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