El skateboarding es un fenómeno urbano y social que va más allá del deporte, es una forma de organización comunitaria, una plataforma cultural y una práctica de resistencia urbana. Su presencia en los Juegos Olímpicos reforzó su legitimidad a nivel global y ha visibilizado su potencial como motor de inclusión y expresión juvenil.
Entre 2023 y 2025, el Estado de México construyó y rehabilitó 10 skateparks, principalmente en municipios como Ecatepec, Naucalpan y Tlalnepantla, sumando un total de 3?mil 769 metros cuadrados de superficie, según datos del Programa de Obra Pública de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Infraestructura.
Pese a ello, en el Valle de Toluca la infraestructura sigue siendo insuficiente, en municipios como Toluca, Metepec y Zinacantepec, solo una o dos pistas cumplen con estándares adecuados, mientras que el resto son básicas y deterioradas, pese a la alta demanda de jóvenes skaters.
Ante la falta de espacios formales, cientos de skaters recurren a spots improvisados en el mobiliario urbano, convirtiendo calles y plazas en pistas alternativas como forma de expresión, comunidad y resistencia.
Esta apropiación del espacio público no siempre es bien recibida. Muchos skaters enfrentan críticas, discriminación e incluso criminalización, dado que autoridades y vecinos los asocian con vandalismo o desorden, aunque su presencia responde a la falta de espacios dignos.
76?por ciento de los skaters practican por diversión y socialización. El 57?por ciento lo consideran una vía para expresar su creatividad.
Esta comunidad ha logrado un diálogo creciente con autoridades locales, lo que ha abierto oportunidades para ser visibilizados y reconocidos como parte activa del entorno urbano. A través de eventos, los skaters han comenzado a posicionar sus demandas y a generar propuestas para mejorar los espacios públicos.
Así se abre la posibilidad de integrar sus voces en decisiones sobre infraestructura y cultura urbana. Aunque aún queda mucho por hacer.