El cierre federal más prolongado en la historia de Estados Unidos dejó una huella profunda en la economía del país: unos 15 mil millones de dólares en pérdidas semanales, equivalentes a entre 1 y 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB), según estimaciones del Consejo Económico Nacional
Durante los 43 días de parálisis, cerca de 60 mil trabajadores del sector privado perdieron sus empleos debido al impacto indirecto del cierre de oficinas públicas, la suspensión de contratos y la reducción del consumo.
La falta de pagos a empleados federales y la interrupción de programas sociales como el de ayuda alimentaria SNAP amplificaron los daños, afectando a millones de hogares.

Un golpe difícil de recuperar
El director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett, explicó que, aunque parte de las pérdidas se recuperará conforme se restablezca el funcionamiento gubernamental, entre 7 mil y 14 mil millones de dólares no podrán recuperarse este año.
La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) había advertido que el cese de actividades federales tendría consecuencias prolongadas, sobre todo por la falta de salarios en circulación y la interrupción de subsidios básicos.
Entre abril y junio, el PIB estadounidense había crecido 0.9%, tras una caída del 0.5% en el primer trimestre -la primera contracción en tres años.

Regreso a la normalidad
Con la aprobación de un presupuesto provisional hasta el 30 de enero, el gobierno estadounidense comenzó este jueves su retorno gradual a la normalidad.
Más de 730 mil empleados suspendidos regresaron a sus labores, mientras que los 600 mil trabajadores esenciales que permanecieron activos sin recibir sueldo ya tienen una fecha para el pago de sus nóminas atrasadas.
La Casa Blanca también confirmó que 42 millones de beneficiarios del programa SNAP comenzarán a recibir sus apoyos en las próximas horas.

Aunque el cierre ha terminado, su impacto económico y político permanecerá como una advertencia sobre la fragilidad del aparato público cuando las negociaciones presupuestarias se estancan