Luego de encabezar la onceava "Caminata por la paz" , el obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro aseguró que la iglesia no se pueden quedar de brazos cruzados mientras la violencia, inseguridad, corrupción e impunidad, así como la trata de personas, el derecho de piso, narcotráfico, extorsiones y centros de exterminio siguen destruyendo a la sociedad, que está en descomposición.
"Muchos funcionarios saben que deben pedir permiso a los jefes del narcotráfico para abrir calles, desalojar comerciantes, realizar eventos culturales, instalar cámaras, hacer reuniones vecinales, ejecutar obras o incluso aplicar la ley", advirtió
El obispo Castro, indicó que "el contacto con los líderes del narco se ha vuelto tan cotidiano que ya no se ve mal. Es lo ?normal?, parte de lo que ocurre en ciertos niveles del gobierno. Todo se ha vuelto cotidiano", agregó.
El también presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, dijo que el crimen organizado está tan infiltrado en la vida pública: "que es casi imposible no toparlo. No importa a qué te dediques: lo encuentras en la calle, en tu negocio o incluso en tu familia".
Subrayó que, aunque no se diga abiertamente, los funcionarios saben que deben negociar con la delincuencia para operar. "Algunos empleados públicos saben que no puedes entrar al gobierno si no estás dispuesto a pactar con la mafia".
Sobre la corrupción, fue contundente: "Muchas empresas proveedoras del gobierno pertenecen al narco... y lo peor es que todos lo saben y hasta miden su porcentaje". Lamentó que las propias autoridades estén involucradas en estos negocios.
incluso comentó que las amenazas llegan por todos lados "Alguien se acerca con un celular y te dice: ?El patrón quiere hablar contigo?".
Castro comenzó su discurso recordando que "la paz es la tranquilidad del orden, cuando todo está en su lugar". Sin embargo, enfatizó: "Hoy no podemos estar tranquilos, porque muchas cosas están fuera de lugar. Por eso no hay paz".
El obispo se dirigió directamente a las autoridades para precisar que la movilización no tenía intención de confrontarlas, sino de exigir respuestas concretas ante la crisis.