Un nuevo derrame de hidrocarburo volvió a encender las alarmas en la zona norte de Veracruz, afectando a los municipios de Coatzintla, Poza Rica y Tihuatlán, donde habitantes denuncian daños ambientales, riesgos a la salud y la falta absoluta de información por parte de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Hasta el momento, ninguna autoridad de Pemex ha emitido un comunicado oficial, lo que ha incrementado la molestia y la incertidumbre entre la población.
En Poza Rica y Coatzintla, los organismos operadores de agua confirmaron la suspensión del suministro ante la presencia de residuos; la medida, aunque necesaria para evitar riesgos sanitarios, dejó sin abastecimiento a familias que ahora deben buscar alternativas para sus necesidades básicas.
Pobladores también reportaron residuos de hidrocarburo en afluentes utilizados para riego, consumo de ganado y uso doméstico, además de advertir que incluso pozos artesianos muestran ya signos de contaminación.

"Ya no sabemos ni qué decir"
Durante un recorrido por la zona Corralillos, perteneciente al municipio de Coatzintla, los habitantes narraron la magnitud del problema y las consecuencias que arrastran desde incidentes anteriores.
Martina, vecina del lugar, recuerda episodios previos: "Ya no sabemos ni qué decir? hace como tres, cuatro meses igual. Aquella vez era un olor fuerte que nos partía la cabeza. Hasta los ojos se nos pusieron rojos, nos enfermamos de la garganta."
Otra habitante de la zona, Sonia, lamentó que el derrame paralizó actividades como el bombeo de agua en los ranchos: "El señor iba a bombear ahora y no pudo por el derrame. Toda el agua tiene grasa de Pemex"...agregó que ni siquiera pueden lavar utensilios o ropa en casa "De eso están nuestros trastos, nuestra ropa? tenemos que ir a un arroyo lejos, y sólido (el petróleo) se queda."
Opacidad e impactos ambientales en aumento
Este derrame se suma a una serie de incidentes recientes en la región, donde las fugas de ductos y la contaminación de ríos se han vuelto recurrentes. Mientras tanto, las comunidades afectadas cargan con daños a su salud, a sus actividades productivas y a su entorno, evidenciando una crisis ambiental que continúa sin respuestas oficiales.
