De acuerdo con un extenso reportaje publicado en la revista Science, en septiembre pasado tres decenas de líderes de instituciones dedicadas a prevenir futuras catástrofes sanitarias se reunieron en Ottawa para coordinar esfuerzos
Participaron países de varios continentes, la OMS y la coalición CEPI, pero un actor clave decidió no asistir: Estados Unidos.
La revista destaca que esta ausencia contrasta con el papel que el país desempeñó tras la COVID-19, cuando se comprometió a desarrollar vacunas de amplio espectro, antivirales y sistemas de vigilancia que evitaran repetir el escenario de 2020.

Según Science, ese impulso se ha revertido de manera abrupta durante los últimos meses
De la inversión masiva al desmantelamiento acelerado
El secretario de Salud de la administración de Donald Trump, Robert F. Kennedy Jr., ordenó desmontar varios de los programas creados para anticiparse a pandemias.
La revista documenta la cancelación de más de mil millones de dólares en investigación, así como la suspensión de otro monto similar que había sido asignado para fármacos, vacunas y vigilancia viral.

Incluso oficinas creadas específicamente para coordinar la respuesta ante emergencias quedaron súbitamente sin personal ni dirección, un hecho que expertos citados califican como "sin precedente"
Ciencia interrumpida y decisiones guiadas por sospechas
Science atribuye parte de estos recortes al rechazo político generado por las medidas de control durante la COVID-19 y al creciente escepticismo hacia la tecnología de ARNm, pese a que fue la base de las vacunas desarrolladas en tiempo récord.
La suspensión de recursos dejó experimentos a medias, estudios de vacunas universales truncos y laboratorios forzados a abandonar investigaciones sobre coronavirus, influenza y otras familias virales consideradas de alto riesgo.

Científicos entrevistados por la revista describen el panorama como una mezcla de frustración, miedo a represalias y pérdida de talento joven
Mientras tanto, el resto del mundo avanza
El reportaje subraya que, ante la retirada estadounidense, otros países están ocupando el espacio dejado. Europa, Japón y China han reforzado sus propios centros de vigilancia, investigación y desarrollo de contramedidas médicas.
Organizaciones internacionales y universidades también mantienen la inversión, intentando sostener una cooperación científica que -según Science- ya no puede depender del liderazgo de Estados Unidos.
La revista concluye con una advertencia recurrente entre especialistas: el peligro de que, tras la pandemia, se repita el reflejo de "ya dejó de llover, para qué reparar el tejado".
Y mientras el mundo intenta prepararse para la próxima enfermedad X, la revista plantea la duda central: ¿qué tan vulnerable queda el planeta cuando uno de sus principales pilares científicos decide retroceder