El avance del gusano barrenador del ganado en Chiapas no es solo una emergencia sanitaria: es una crisis humana, social y económica que pone en jaque a miles de familias en el campo. La plaga, transmitida por la mosca Cochliomyia hominivorax, ya afecta no solo a animales, sino también a personas. Los casos recientes en Acacoyagua y Tuzantán, donde dos personas fueron infestadas, confirman lo que muchos temían: la amenaza está viva y creciendo, y la respuesta del gobierno ha sido tibia y tardía.
Quienes más están perdiendo son los pequeños ganaderos, verdaderos pilares de la economía rural chiapaneca. Con pocos recursos, sin acceso oportuno a atención veterinaria o médica, y con escasa presencia institucional, estos productores enfrentan solos un problema que exige intervención inmediata del Estado. Lo que está en riesgo no es solo el ganado: es el patrimonio de generaciones y el sustento diario de miles de familias.
Está demostrado que sí se puede contener esta plaga, pero hay que meterle ciencia, organización y voluntad política. Es urgente replicar un modelo así, la liberación masiva de moscas estériles ha da resultados y puede adaptarse a nuestras condiciones locales.
Por eso, exigimos soluciones reales, no promesas ni comunicados vacíos:
? Un programa estatal urgente de liberación de suficientes moscas estériles, con apoyo técnico y respaldo internacional, enfocado en zonas vulnerables.
? Campañas de salud y prevención, con brigadas médicas y veterinarias que lleguen a las comunidades más apartadas.
? Una mesa de trabajo permanente, con participación de productores, especialistas, autoridades y organizaciones comunitarias, para coordinar una estrategia clara, eficiente y transparente.
Hay que proteger a los pequeños productores porque es proteger a Chiapas, que a este ritmo no aguantará mucho.
La indiferencia no solo es inaceptable: es criminal.