Erika Najarro, es una adulta mayor que desde hace 50 años se dedica a la venta de tamales, arroz con leche y champurrado en el mercado 5 de mayo.
Durante estas cinco décadas vio construirse este espacio, pero también ha sido testigo del declive que han tenido mercados públicos, los cuales, pese a las adversidades se resisten a morir.
"De la pandemia bajó mucho, está muy bajo, ya no son las ventas de antes, yo hacía tres ollas de arroz en la madrugada, cuando venía gente de Chicoasén, ahorita medio kilo acaba".
Gracias a este local, ubicado en una de las entradas del mercado, logró sacar adelante a sus seis hijos y construir su casa. Sin embargo, hoy en día, sigue trabajando porque es algo que le apasiona, disfruta y le sigue permitiendo tener ingresos económicos y no depender de nadie. Además de que disfruta de la relación que tiene con las personas-
"Mucha gente que es conocida, muchos que pasan que eran niños, ya muchachos y dicen adiós, no me acuerdo quiénes son, muchos años aquí a la orilla del mercado".
Doña Erika, invita a la población tuxtleca, no dejar morir a los mercados públicos, pues gracias a la venta en estos centros, miles de familias pueden solventar sus gastos diarios.