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01 de Julio del 2025
Sociales

¿Se puede superar la pobreza en México?

¿Se puede superar la pobreza en México?

Como ciudadano mexicano, saber que siete de cada diez personas que nacen en la pobreza seguirán siendo pobres el resto de su vida no es solo un dato alarmante, es una realidad que nos afecta directa o indirectamente a todos.


La movilidad social en el país está estancada, y eso significa que, para millones de familias, esforzarse no es suficiente para cambiar su destino. Según el Informe de Movilidad Social en México 2025, elaborado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), el 73% de quienes nacen en el 20% de los hogares con menos ingresos permanecen en la pobreza.


Esto quiere decir que el lugar donde naciste, el nivel educativo de tus padres o incluso tu género pueden definir gran parte de tu vida, sin que tengas verdadero control sobre ello.


Roberto Vélez Grajales, director del CEEY y coautor del informe, explica que estos factores fuera del alcance de las personas terminan determinando su trayectoria. La falta de igualdad de oportunidades se convierte, entonces, en una barrera invisible pero muy real.


El problema es aún más grave en ciertas regiones. En el norte del país, el 37% de quienes nacen en hogares muy pobres no logran mejorar su situación. Pero en el sur, ese porcentaje sube a 64%. Esto deja claro que no todos los rincones del país ofrecen las mismas condiciones para salir adelante.




Y si a eso se suma que en los niveles altos de ingreso las mujeres tienen menos posibilidad de movilidad que los hombres (47% frente a 53%), queda en evidencia que el origen social y el género siguen marcando diferencias profundas.


Lo que más preocupa es que la educación, que debería ser una vía para progresar, no está cumpliendo esa función en México. Solo una de cada diez personas cuyos padres solo cursaron la primaria logra llegar a la universidad. En cambio, quienes provienen de familias con estudios profesionales tienen siete veces más probabilidades de repetir ese nivel educativo. Así, el ciclo se repite y las oportunidades no se distribuyen de forma justa.


Tres de cada cuatro hijos de padres con estudios de primaria ni siquiera logran completar la secundaria, que es la escolaridad promedio en el país. Esto no solo limita las opciones laborales, también perpetúa la desigualdad entre generaciones. Cuando la educación no abre puertas, las posibilidades de superación personal y profesional se reducen drásticamente.


El informe del CEEY propone que las políticas públicas cambien de enfoque y se concentren en promover la movilidad social real. Eso implica ir más allá de los programas asistenciales y diseñar estrategias que tomen en cuenta las diferencias entre regiones, géneros y niveles educativos. No se trata solo de apoyar a quienes menos tienen, sino de construir un país donde el esfuerzo sí cuente.


Al final, este problema no afecta sólo a quienes nacen en la pobreza. Vivir en una sociedad donde el origen determina el destino limita el desarrollo del país entero. Si no garantizamos igualdad de oportunidades desde la infancia, seguiremos atrapados en un ciclo de desigualdad que frena el crecimiento económico y debilita la cohesión social. Para avanzar, necesitamos políticas que realmente abran caminos, sin importar dónde nacimos.





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