La Villita, uno de los motores comerciales del suroeste de Chicago, amaneció distinto desde septiembre
Calles antes repletas de clientes se fueron vaciando, las cortinas metálicas bajaron antes de tiempo y muchos negocios comenzaron a operar a medias.
Según el gobernador de Illinois, JB Pritzker, la razón es clara: la Operación Midway Blitz, una serie de redadas federales que transformaron en semanas la vida cotidiana del barrio mexicano.

Cuando el comercio se detiene, la comunidad también
El impacto no tardó en notarse. Las ventas, que normalmente alcanzan cerca de mil millones de dólares al año y rivalizan con las de la lujosa "Milla magnífica", se desplomaron hasta un 50%.
"Los negocios se vaciaron", dijo el gobernador, al explicar que la presencia del ICE y de la Patrulla Fronteriza provocó un efecto dominó: menos clientes, menos ingresos y más incertidumbre en una zona donde miles de familias viven del trabajo diario.

En la entidad operan más de 146.000 negocios de inmigrantes, generando 3.800 millones de dólares anuales. La Villita es un símbolo de ese impulso económico, y por eso el freno repentino tuvo repercusiones que trascendieron al barrio
Un miedo que llegó a los hogares, las escuelas y los empleos
Pritzker detalló que miles de trabajadores dejaron de salir a sus empleos en sectores como restaurantes, construcción, jardinería y hostelería. Algunos por temor a ser detenidos; otros porque sus horas fueron recortadas al caer las ventas.
El ausentismo escolar aumentó y las organizaciones comunitarias tuvieron que reaccionar ante familias separadas de golpe.
En un estado con 2,4 millones de latinos -y una de las tasas de participación laboral más altas del país-, la operación federal no solo afectó la actividad económica: también generó ansiedad, pérdida de ingresos y un ambiente de desconfianza generalizada.
Las redadas se sumaron a otro problema que ya afectaba a pequeños negocios: los aranceles impulsados por el presidente Donald Trump, que elevan los costos de insumos y materiales.

Para muchos comercios de La Villita, la combinación de ambos factores fue devastadora: menos clientes, productos más caros y una comunidad que prefería quedarse en casa