La colocación de altares en los hogares mexicanos es una tradición que no se pierde, y que sirve para honrar a los familiares que se adelantaron.
El día primero de noviembre es la festividad para todos los Santos, los muertos infantes, y el dos de noviembre es para los fieles difuntos. A las nuevas generaciones se les inculca para que no se pierda está tradición que fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
"El hecho de que ellos conozcan toda la explicación que se le ha ido dando, el porqué se hace un altar, el porque hay que tener un lugar especial para nuestros seres queridos, eso a ellos les va canalizando que a esas personas que están presentes como son los abuelos pero que en algún momento, ya no van a estar", dijo María del Socorro Vázquez -maestra.
La combinación de aspectos religiosos y prehispánicos se mezclan en esta tradición mexicana. Los altares se conforman por dos niveles que significan el cielo y la tierra, o tres escalones que son el cielo, la tierra y el purgatorio o 7 por los siete pecados capitales.
Lo que no puede faltar en la ofrenda es el elemento agua, fuego, aire y tierra, y lo principal el copal.
"Representan la tierra, el cielo y el inframundo, el papel picado que es colorido para que distingan donde tienen que llegar las almas, la flor sobretodo la caracterización del olor para llamar la atención, y sobre todo el copal para poder purificar las almas que nos visitan", señaló Karina Tejeda-Maestra.

La ofrenda de muertos busca reencontrar a la persona fallecida a través de la memoria.