La Universidad Veracruzana enfrenta una fuerte polémica luego de las inundaciones que afectaron al norte de Veracruz el pasado 10 de octubre, cuando el desbordamiento del río Cazones dejó viviendas destruidas, personas desplazadas y varios estudiantes damnificados.
Diversos colectivos universitarios acusaron a las autoridades de la UV de no suspender clases a tiempo y de mostrar falta de transparencia en la información sobre los alumnos afectados por la emergencia.
Sin embargo el descontento estudiantil estalló cuando en redes sociales, usuarios denunciaron la desaparición de hasta 192 compañeros de la Máxima Casa de Estudios tras el fenómeno natural, mientras que la institución negó esa cifra y aseguró que no había alumnos sin localizar, confirmando únicamente el fallecimiento de una estudiante de la Facultad de Psicología.
La respuesta institucional no frenó el malestar. Durante la semana posterior al desastre, jóvenes realizaron paros y marchas en Poza Rica, Xalapa,Veracruz Orizaba y otras regiones donde la UV tiene presencia, exigiendo claridad en los datos y la activación de protocolos de emergencia.
Ante la presión, la UV suspendió clases en las regiones Poza Rica-Tuxpan del 13 al 20 de octubre y anunció la realización de un censo interno para identificar a los alumnos afectados.
En semanas recientes, la cancelación preventiva de clases presenciales se ha vuelto una medida frecuente en distintas regiones universitarias, optando por responder de inmediato ante cualquier riesgo meteorológico, incluso si el fenómeno no llega a concretarse con la misma gravedad.
Autoridades universitarias sostienen que estos hechos buscan proteger la integridad de los alumnos y el personal, y que cada decisión se toma con base en las recomendaciones oficiales de Protección Civil.
No obstante, entre la comunidad académica crece la percepción de que la universidad intenta blindar su imagen tras la crisis de confianza que dejaron las inundaciones.